El negocio inmobiliario es posiblemente uno de los más correlacionados con las tasas de interés, en parte por el apalancamiento requerido y asociado al importante valor del “activo subyacente”, que puede ser tanto para un inversionista institucional que adquiere la totalidad de un edificio multifamily, con el fin de obtener un retorno adecuado (ajustado por riesgo), o bien, para un individuo que compra un departamento para uso propio o para inversión, buscando generación de patrimonio y/o plusvalía.
Dada la coyuntura, mucho se comenta de los problemas que nos aquejan y las condiciones que debe alcanzar nuestro sector para que “vuelva a ser el mismo de antes”, pero esto es un fenómeno global. Las economías más profundas también pasan por ciclos bajistas en sus respectivos mercados inmobiliarios, sufriendo los mismos dolores: tasas altas, cambios demográficos, nuevos comportamientos a raíz de la pandemia, entre otros.