Para muchos son espacios vitales para mejorar el ánimo, salud y lograr un equilibrio espiritual.
Por: Redacción EDI
Según la definición de “deporte”, la literuta habla de toda actividad que va más allá de la simple competencia física. Es un medio para fortalecer el cuerpo, la mente y el espíritu. A través del deporte, aprendemos a superar retos, a trabajar en equipo, a ser disciplinados y a perseverar en la búsqueda de nuestros objetivos.
Asimismo, nos enseña a valorar el esfuerzo y la dedicación, a respetar a nuestros compañeros y rivales, y a disfrutar del proceso de superación personal. Nos brinda la oportunidad de conocer nuestras fortalezas y debilidades, y nos impulsa a mejorar constantemente.
Por todo ello, es importante fomentar la práctica del deporte en todas las edades y en todos los ámbitos de la sociedad. Aunque en muchos casos existe la opción de sociabilización que se aleja mucho de los recintos deportivos que tenemos en nuestros condominios.
En palabras el sociólogo y académico de la Universidad Central, Rodrigo Larraín, “La sociedad chilena se ha vuelto súper retraída, individualista, un poquito ergótica, por eso, las posibilidades que yo tengo de alternar con personas de la comunidad del edificio donde vivo ya sea una torre o varias con espacios comunes finalmente no siempre se produce”.
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Según datos de ComunidadFeliz, su vocera Valeria Murillo, advierte que “Por eso, muchos prefieren pagar una membresía adicional para ir a un lugar en teoría más cómodo, más amplio, mejor equipado donde tus amigos pueden entrar sin ningún problema y sin tener que pasarlo a escondida del conserje que tampoco es la manera”.
La simple idea de reunirse en área comunes como ascensores, quincho, salones o el gimnasio de nuestro condominio, para el sociologo y académico de la Universidad Central, “en el gimnasio o en una piscina yo tengo que tener la disponibilidad de socializar, ya sea crear nuevas amistades, encontrar gente que comparte mis intereses ya sea por afinidades laborales o afinidades de edad o por último simplemente por afinidad de caracteres o sociales”.
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“No hay que olvidar que nosotros los seres humanos en general necesitamos estar con otras personas, es parte de de la naturaleza humana ser sociable. Más allá de todo lo que se puede decir, finalmente nosotros necesitamos a los demás aunque no nos demos cuenta a veces de esa necesidad”, señala Larraín.
Respecto a estos espacios, donde se comparten lugares comunes para hacer ejercicio, los vecinos tienen la oportunidad de interactuar y conocerse mejor, lo que contribuye a crear un sentido de comunidad y camaradería dentro del edificio, aunque en ocasiones muchos no están dispuestos a esa finalidad.
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La vocera de ComunidadFeliz, se refiere al aspecto social de estos recintos que pueden ser usados o simplemente ignorados. “En lo relativo al aspecto social, cuando vas a entrenar habitualmente se busca un compañero de entrenamiento y en ocasiones, ese compañero es tu amigo, familia o una persona que no siempre es residentes por lo tanto no pueden entrar al gimnasio a menos que en el reglamento de copropiedad el edificio diga lo contrario”.
Consultamos a Juan Fráncico Maureira, coordinador curricular de la carrera Pedagogía en Educación Física de la Universidad Central, quien advierte sobre la no interacción de las personas se produce por varios aspectos. “Hemos detectado que la soledad de esos recintos es importante, por eso, la mayoría de las personas acude fuera de los recintos deportivos de las comunidades, porque en la plaza, por ejemplo, hay más gente”.
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Finalmente sobre la opciónde elegir un recinto comercial versus el gimnasio del hogar radica en que en el pagado, “Podemos recibir algún tipo de interacción con un profesional de la actividad física que nos puede dar alguna intrucción. Con eso, evitar malos ejercicio, porque siempre hay alguien que te puede ayuda o dirigir en la actividad. Qué ocurre en los gimnasios de los condominios cuando la persona está sola, en algunos casos son bastantes lúgubres, la iluminación no es buena y no hay nadie con quien trabajar”.
Es muy frecuente que las personas que vivimos en un condominio de casas o edificios, tendemos a invisibilizar la convivencia como ese intangible que damos por hecho, hasta que se ve amenazado por algo o alguien que lo altera según nuestro juicio.
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