“Si una casa demora 18 días en fraguar con un concreto convencional, con esta técnica lo puedes hacer en 1 o 2 días”, explica Verónica Arcos, arquitecta e investigadora que también maneja los dispositivos que ocupan un rol central en el desarrollo de este tipo de proyectos.
Por Leonardo Nuñez
En momentos en que la crisis por el déficit habitacional se agudiza y se buscan nuevas soluciones públicas y privadas para hacerle frente, una de las apuestas de la industria y del mundo académico es el desarrollo de la impresión 3d con hormigón.
Se trata de una técnica de construcción –también conocida como manufactura aditiva– que permite construir viviendas en un tiempo de 24 a 48 horas y de forma más sustentable. Esto, gracias a la precisión de impresoras y robots que crean estructuras de hormigón y otros materiales de construcción en tiempo récord y prácticamente sin generar escombros, además de prescindir de los encofrados (sistema de moldes con el que se da forma al hormigón).
En el país hay varias iniciativas en marcha. Su aplicación aún no es masiva, pero eso podría cambiar pronto. La arquitecta Verónica Arcos, docente de la Universidad Técnica Federico Santa María y CEO de Concretet3D Architecture (Spinoff de esta casa de estudios), realiza investigaciones desde 2018 con esta técnica. En 2022 publicó el libro “Anaquel de Manufactura Aditiva: Hacia un nuevo lenguaje arquitectónico”, en el cual muestra las investigaciones sobre impresión 3D y los avances logrados en los laboratorios. También programa distintos dispositivos tecnológicos, como impresoras y brazos robóticos, con los que se da forma a las estructuras de las futuras viviendas.
Arcos explica a “El Diario Inmobiliario” que esta técnica constructiva surge por la necesidad de mejorar la calidad de vida de las personas mediante el desarrollo de obras con un sistema más sustentable, económico y eficiente, que contamine menos y que abarate los costos.
¿Cómo funciona?
La impresión 3D permite la creación de estructuras complejas mediante la adición de materiales capa por capa, utilizando un diseño digital previamente creado. Esto no sólo permite una precisión y detalle sin precedentes, sino que también reduce significativamente el tiempo y los costos asociados con los métodos tradicionales de construcción. Esto se debe a que las impresoras 3D y dispositivos asociados, como los brazos robóticos, pueden operar de manera continua y se demoran muchísimo menos.
Esto resulta en una reducción de costos laborales y una aceleración en la entrega de proyectos, lo cual es particularmente beneficioso en un país como Chile, donde la demanda de viviendas y la infraestructura eficiente es alta.
Sobre el presente de esta técnica en Chile, Arcos sostiene que se está armando un ecosistema con investigadoras de distintas disciplinas que están contribuyendo a su avance. Destacan los prototipos realizados por la Universidad del Bío-Bío y la Inmobiliaria Aconcagua y el trabajo en vivienda social de Acciona con el Centro Tecnológico para la Innovación en la Construcción (CTEC) y Melón.
“Probablemente este año se construya la primera casa y el próximo año más. Nosotros estamos en Concrete 3D Architecture, en colaboración con la empresa DOMOLIF, en un proceso en el que ya no usamos cemento y lo estamos reemplazando con un biomaterial a partir de los relaves mineros”, explica la arquitecta.
La empresa también está integrando la inteligencia artificial en el diseño de las edificaciones para manufactura aditiva. “Esto está muy avanzado, ya no es algo académico, sino que la academia está transfiriendo esta tecnología a la sociedad a través de empresas y consorcios, lo que es muy auspicioso como solución para el déficit habitacional. Si una casa se demora 18 días en fraguar con un hormigón convencional, con esta técnica lo puedes hacer en 1 o 2 días. Es un salto gigante en términos de reducción de tiempo, reducción de mano de obra y reducción de escombros”, agrega Arcos.
Nuevas especialidades y regulación
Para imprimir en 3D se requiere una impresora de marco que corre sobre rieles, o también una impresora estática con movimiento radial. Los brazos robóticos, que suelen llamar la atención en las obras.
Esta técnica de construcción implicará nuevas especialidades en el rubro. Se requerirá diseñar y programar. Y en el trabajo en terreno, arquitectos, ingenieros y constructores expertos en estructuras, mezcla y operarios para este tipo de máquinas. Todo un equipo multidisciplinario.
“No se van a requerir fuerzas brutas, sino que profesionales y técnicos que operen robots o máquinas con control numérico, y que entiendan las cualidades de la mezcla, lo que será mucho menos nocivo y peligroso para la salud. En el caso de la Universidad Técnica Federico de Santa María les enseñamos a los estudiantes de pregrado a manipular robots, entonces ellos antes de titularse ya saben programar este tipo de maquinaria”, cuenta Arcos.
A pesar de sus beneficios, la adopción de la impresión 3D en la construcción en Chile enfrenta varios desafíos, incluyendo la necesidad de regulación, la formación de profesionales capacitados y la inversión en tecnología. Esto requiere colaboración entre el gobierno, las instituciones educativas y la industria de la construcción.
“Se requiere certificar estos sistemas constructivos con la DITEC del Ministerio de Vivienda para poder masificarlos como vivienda social. Arquitectos o ingenieros podemos construir viviendas privadas sin que necesariamente los sistemas estén certificados, mientras profesionales firmen la obra y se hagan responsables, no hay problema. Pero cuando se quiere masificar y hacer edificios públicos o vivienda social, se necesita estar certificado. Por lo tanto, eso es lo que hay que destrabar”, finaliza Arcos.