Todavía no parte el invierno, pero se repiten los problemas: calles anegadas, inundaciones y clases suspendidas. El problema es estructural, explican los expertos. Mejor armarse de paciencia.
Por: Leonardo Núñez
El sistema frontal que partió el 20 de mayo e inició su retirada durante la tarde de este jueves, no sólo dejó un récord de agua caída en la capital (30,5 milímetros fue el registro de las últimas 24 horas; 94,5 en lo que va del año). Como es habitual, se repitieron las escenas de calles anegadas, inundaciones, clases suspendidas y cortes del servicio eléctrico.
La situación preocupa. El invierno todavía no parte y nuevamente nos vemos enfrentados a estas emergencias.. El problema es estructural, explican los expertos en desarrollo urbano y, que han estudiado las causas de nuestros males.
Los especialistas que integran el Programa Territorial Hito Más Ciudadanos Conectados explicaron por qué la capital es tan frágil frente a la lluvia. Su informe dio cuenta de 5 factores:
Proliferación de las construcciones sobre la “Cota Mil”; colectores de aguas lluvia subdimensionados (llenos de basura, sin mantención); discontinuidad en la ejecución constructiva (al momento de realizar un mejoramiento de una vía existente, no hay traspaso de la información de las construcciones anteriores); expansión urbana sin planificación y desafectación de zonas de riesgo de deslizamientos.
“La ciudad ha crecido inorgánicamente, aumentando su extensión sin mayor regulación que lo limite”, explicaron sobre esto último.
A dichos factores, se agrega la intervención humana de los cauces naturales. Uno de los ejemplos más claros se relaciona con la modificación varias veces del cauce del río Mapocho. Antes tenía dos ramas, una de las cuales iba por la Alameda y previamente a eso, tres, una que bajaba por Avenida Matta. “Cuando el hombre interviene la naturaleza por razones de fuerza mayor sin una regulación y medidas reales que mitiguen el impacto, el resultado tiende a ser desastroso”, concluyeron los especialistas del Programa Territorial.
En conversación con “El Diario Inmobiliario”, el urbanista Genaro Cuadros, director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, coincide con estos factores y no augura una solución factible a corto plazo.
En esa línea, indica que la principal causa de las inundaciones y los efectos que vemos cada vez que esto ocurre, primero se relaciona con el crecimiento mismo de la ciudad de Santiago, que se ha construido sobre un valle. “Esto no permite que las aguas lluvias puedan penetrar a las napas freáticas y, por consiguiente, ser absorbidas en una parte importante, sobre todo en la zona oriente de la capital, en el pie de montaña, hasta donde se ha extendido la ciudad en la denominada ‘Cota Mil’. Esa es, quizás, la causa estructural más relevante de todas”, explica.
Respecto de los sistemas de sumideros y recolección de aguas lluvias, estos están subdimensionados para este tipo de eventos climáticos. Dada la tradición de sequías y el régimen pluviométrico que ha ido modificándose en la Región Metropolitana los últimos años, hay un déficit de capacidad para recoger las aguas lluvias desde el punto de vista de la infraestructura.
“Nos faltan canales, parques inundables y tenemos una debilidad de la red de alcantarillado, que no da abasto. Hay que pensar que sólo existen resumideros de aguas lluvias en las avenidas principales y calles más importantes, no así en los pasajes. Y, sin embargo, una de las condiciones morfológicas más extendidas en la ciudad es la construcción de condominios en pasajes, por consiguiente, hay una gran cantidad de la superficie que no tiene un sistema de recolección de aguas sino de superficie y eso se va acumulando y generando los problemas que hemos visto”, sostiene Cuadros.
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De no tomarse medidas profundas y a largo plazo, el problema persistirá. Y puede profundizarse ante casos de sistemas frontales más complejos, que podrían producirse pese a la sequía que afecta al país hace más de 14 años.
“Tenemos importantes desafíos futuros producto del cambio climático, precisamente con la adaptación de la infraestructura urbana, no solamente de los equipamientos y servicios estratégicos y críticos, en caso de catástrofe, sino también en general de las redes de servicios y de infraestructura. Entre estos están el alcantarillado, el sistema de agua potable o de electricidad, que colapsan con mucha facilidad y con un poco de viento en ciudades jardines como la nuestra”, advierte el urbanista. Por ahora no queda más que armarse de paciencia. Y prepararse para el invierno.