La iniciativa que se adjudicó un Fondecyt es realizada por un grupo Nexo Muva, liderado por Felipe Encinas, académico de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos UC, e investigador del CEDEUS.
Por: Renato Herrera Lagos
La idea es unir arquitectura, microbiología y urbanismo con la finalidad de generar políticas públicas que contribuyan al acceso de energía asequible y sostenible, considerando también una mirada habitacional país para enfrentar posibles pandemias en el futuro.
Junto a ello, algo tan simple y significativo como enchufar una estufa, usar un microondas o prender la luz, para muchos son acciones que se relacionan directamente con el acceso a la energía eléctrica, el cual tiene un impacto directo con la calidad de vida de las personas.
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Ese fue el foco de investigación del grupo “Nexo Muva: Microbiología, Urbanismo, Vivienda y Ambiente”, el cual comenzó durante la pandemia a investigar cómo abordar la pobreza energética desde la vivienda, con tal de poder identificar las interacciones entre el hogar, la ciudad y los microorganismos.
Felipe Encinas, académico de la Facultad de Arquitectura UC, investigador del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS) y responsable del proyecto Fondecyt, comenta que “si bien el concepto de pobreza energética en sus inicios fue planteado desde una mirada netamente económica, asociado a los hogares que no son capaces de cubrir sus necesidades energéticas con un máximo del 10% de sus ingresos, hoy en día se considera desde una mirada mucho más amplia, incorporando aspectos como la calidad de la provisión de la energía y el confort térmico en las viviendas”.
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Profundizar entre la relación de los microorganismos y la vivienda es uno de los objetivos específicos del estudio, que tiene como fin proponer medidas sanitarias y de diseño habitacional que ayuden a enfrentar eventos asociados a microorganismos patógenos. Por eso la investigación se caracterizó por una metodología de trabajo interdisciplinario, realizado en la comuna de Renca, en el barrio Altué Sur, en donde participaron 40 casas de condominio social.
Para los académicos la pandemia de COVID-19 disparó el interés por vincular este mundo de los microorganismos a las preocupaciones arquitectónicas y urbanas. Sobre lo mismo Encinas, asegura que “desde la arquitectura veníamos estudiando el comportamiento físico ambiental de las viviendas, por lo que reconocíamos la existencia de problemas como la condensación o humedad en estas, pero sin traspasarlas directamente a los impactos sanitarios, ni tampoco reconocer cómo esta dimensión invisible –constituida por los microorganismos– es capaz de explicar estas implicancias para la salud y bienestar de los habitantes”.
El estudio inicialmente se iba a centrar en los factores al interior de las viviendas, pero los primeros resultados de los muestreos biológicos hicieron que se debiera incluir también el escenario exterior de estas, ya que las condiciones más saludables las encontraron en los hogares bien ventilados y cercanos a áreas verdes, como plazas.
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“Resultó inevitable dirigir la mirada hacia elementos del diseño urbano, tales como plazas, calles, arbolado urbano, etc., con el objetivo de potenciar este círculo virtuoso del microbioma urbano. Por otra parte, es un nuevo objetivo del equipo de investigación el poder aportar con evidencia acerca del rol de plazas, áreas verdes y corredores biológicos en la construcción de un ecosistema microbiológico saludable, tanto para sus habitantes humanos, como no humanos”, preponderó el académico UC
Uno de los resultados que más ha llamado la atención es el hallazgo del hongo Aureobasidium pullulans durante un muestreo de verano, el cual se asocia a problemas de salud como asma o alergias no severas. Estos resultados son consistentes con las observaciones que se han realizado sobre patologías de la construcción como la humedad en muros o rincones y la proliferación de estas situaciones durante el período de encierro de la pandemia por COVID-19.
“Desde la política pública, resulta difícil pensar que el déficit habitacional se pueda resolver con las mismas herramientas que hemos utilizado hasta ahora, así como también desconocer el conocimiento situado que poseen las propias familias al ir mejorando constructivamente sus casas. En ese sentido, el acompañamiento y la información técnica pueden encontrar un terreno fértil en la cohesión social de las comunidades”, enfatizó Felipe Encinas.
La búsqueda constante de la innovación y la sostenibilidad en el sector inmobiliario, ha impulsado el desarrollo de proyectos que no solo satisfacen las necesidades actuales, sino que también contribuyen a un presente y futuro más eficientes.
Los proyectos sostenibles, la utilización de tecnologías verdes con la instalación de energías renovables y la digitalización como mejora de productividad, en las obras de construcción.