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“Los municipios deben aprovechar estas oportunidades para generar proyectos colaborativos”, indica Carlos Bustamante Oleart, académico de la Universidad Finis Terrae.

Por: Leonardo Núñez

La llegada de Fantasilandia a la comuna de San Bernardo sigue a paso firme. Tras su postergación por la pandemia, el proyecto se retomó para cumplir con su inauguración que se proyecta para 2027.

No es la única inversión importante en zona sur de la Región Metropolitana. En el contexto de los anuncios de nuevas estaciones del metro, se vislumbra un panorama favorable para las comunas que se verán beneficiadas con la expansión del sistema de transporte público; entre ellas destacan La Cisterna, San Miguel y San Bernardo, que emergen como actores principales en la proyección del desarrollo inmobiliario para los próximos años.

En el caso específico de San Bernardo ha sido protagonista de un desarrollo gradual de nuevos proyectos en altura en el ámbito inmobiliario, estando actualmente en proceso de diseño el nuevo Plan Regulador. El 16 de mayo pasado, en tanto, el Diario oficial publicó el Plan Comunal de Inversiones en Infraestructura de movilidad y Espacio Público de la comuna (leer aquí), el cual contó con el Acuerdo unánime del Concejo Municipal. Según análisis de Colliers, entre las cinco comunas de Santiago que más han aumentado su rentabilidad para invertir en departamentos, San Bernardo está al tope del ranking.

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Todas estas inversiones ya están cambiando a la comuna. En el caso del parque de diversiones, el nuevo terreno de 18 hectáreas –(casi tres veces más que las 6,7 que ocupa actualmente Fantasilandia en el Parque O’Higgins)– estará ubicado en el sector de Lo Herrera, en el kilómetro 26,5 de la Ruta 5 Sur. 

Andrés Moreno, gerente de desarrollo de la empresa de entretención, ha indicado que se realizaron procesos de participación ciudadana adelantados para que la comunidad tuviera conocimiento pleno y oportuno sobre las obras. “En ese proceso fuimos incorporando todos los puntos posibles. Esto incluye fundamentalmente mejoras viales que benefician tanto al proyecto como a la comunidad de Lo Herrera”, indicó al Diario Financiero.

El nuevo Fantasilandia tendrá innovaciones como un parque acuático y 1.600 estacionamientos para albergar a 12 mil visitantes (se contempla buses de acercamiento desde el MetroTren Nos). La inversión es de US$110 millones (más de $93 mil millones) y aunque están en la fase de obtención de permisos, ya se trabaja en un plan de forestación del terreno. Las obras se desarrollarán con altos estándares de sustentabilidad, con la reutilización de aguas servidas y grises para riego, paisajismo con bajo consumo de agua, uso de paneles solares y tecnología de ahorro energético para los edificios.

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Desde el mundo académico, los expertos en urbanismo también han entregado sus recomendaciones. “La llegada de Fantasilandia a San Bernardo presenta una gran oportunidad para el desarrollo de la comuna. Sin embargo, es crucial abordarla con responsabilidad y planificación para garantizar que los beneficios se extiendan a toda la comunidad y no generen impactos negativos. En este sentido los municipios deben aprovechar estas oportunidades para generar proyectos colaborativos”, indica Carlos Bustamante Oleart, académico de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Finis Terrae y Doctor en Periferias, Sostenibilidad y Vitalidad Urbana de la Escuela Técnica Superior de Madrid.

Entre los aspectos a considerar, agrega la importancia de la conectividad y movilidad por el aumento del flujo vehicular y peatonal. Ello requerirá mejorar la conectividad con la red de transporte público (ampliación de líneas de buses, conexión con el metro y metrotrén, implementación de buses de acercamiento); optimizar la vialidad (adecuación de calles, semaforización, gestión del tránsito), y fomentar la movilidad peatonal y ciclista (construcción de ciclovías, veredas amplias, pasos seguros).

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Respecto del impacto inmobiliario, el experto indica que se debe considerar un crecimiento inmobiliario controlado: “Es necesario revisar y ajustar el Plan Regulador para regular las alturas y densidades de las construcciones; evitar la sobre densificación y proteger la identidad de los barrios existentes, junto con fomentar un desarrollo urbano equilibrado y sostenible. También será necesario, incrementar las áreas verdes, con la creación de nuevos parques, plazas y espacios públicos para mejorar la calidad de vida de los vecinos; brindar espacios de recreación y esparcimiento para todos y mitigar el impacto ambiental del proyecto, tanto dentro del recinto como fuera”. 

Carlos Bustamante también señala, sobre la participación ciudadana, la importancia de contar con “diálogo abierto y transparente” y que las autoridades municipales “informen y consulten a la comunidad sobre el proyecto”. Y, por último, resguardar la identidad de los barrios existentes, evitando el desplazamiento de residentes actuales, proteger el patrimonio cultural y arquitectónico y fomentar la integración entre la nueva comunidad y los vecinos antiguos”.

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Mariadne Molina, académica de la Facultad Psicología y Humanidades Universidad San Sebastián, llama a considerar el empacto en la salud mental comunitaria con mega proyectos como los de este tipo antes de iniciar su desarrollo. “Desde la mirada del territorio, es importante la participación de la comunidad en el proceso de construcción y de instalación de este proyecto, no solo de manera consultiva, sino también respecto de algunas problemáticas que podrían suscitarse debido al proyecto en sí, para que la comunidad sea un sujeto activo que puede proponer soluciones y también visualizar dificultades. De esta manera, evidentemente se va a reducir el impacto asociado”, sostiene. 

“En ese sentido, es clave que las instituciones dialoguen con y por la comunidad y la empresa privada a cargo del proyecto, para que así sea beneficioso para todos, y no genere un rechazo generalizado que cause una afectación en lo cotidiano, aumentando, por ejemplo, los niveles de estrés debido a mayor tránsito y personas, más bullicio, más familias y mayor inseguridad al ver más y nuevas personas en el lugar”, agrega. 

Tampoco hay que olvidar, indica Molina, que “muchos de estos barrios donde se ubican estos megaproyectos tienen una historia con una cultura inserta en ellos, y con la llegada de foráneos se puede generar un quiebre en los vínculos”.

Fantasilandia

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