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Frente a una crisis habitacional que exige nuevas respuestas, hay casos que muestran que en Chile y el mundo también se está innovando en cómo habitamos y accedemos a una propiedad.

Por Leonardo Núñez

Ante la falta de suelos urbanos, el aumento del precio de las propiedades y una creciente demanda por estilos de vida más sustentables, el acceso a la vivienda se está reinventando con modelos cada vez más creativos y disruptivos.

Desde parcelas que financian una vivienda con la opcion de cultivar paltas, hasta soluciones cooperativas o intercambios por servicios, estas nuevas fórmulas rompen con el esquema tradicional del crédito hipotecario y buscan un nuevo equilibrio entre inversión, sostenibilidad y comunidad. Acá algunos ejemplos:

Cultivar paltos para pagar el crédito hipotecario: En Chile, el proyecto Cumbres de Aurora es pionero en combinar desarrollo inmobiliario con producción agrícola regenerativa. El modelo ofrece parcelas de 5.000 m² donde los propietarios pueden construir su vivienda y obtener ingresos gracias al cultivo profesional de paltos en el resto del terreno. El arriendo agrícola genera una renta anual que puede destinarse directamente al pago del dividendo, sin que el propietario deba involucrarse en la gestión. Ubicado a 15 minutos de Concón, el modelo promueve una vida rural conectada, sostenible y económicamente viable.

Cooperativas habitacionales, la fuerza del modelo colectivo: En distintas regiones de Chile, especialmente en Valparaíso, Biobío y la Región Metropolitana, han tomado fuerza las cooperativas de vivienda bajo el modelo de ayuda mutua y propiedad colectiva. Uno de los referentes es el Movimiento de Pobladores Vivienda Digna, que ha promovido conjuntos habitacionales autogestionados, donde los socios aportan trabajo, ahorros y gestión compartida a cambio de viviendas de bajo costo, pero con alto estándar.

Viviendas rurales productivas: Otro caso chileno en expansión es el de los loteos rurales productivos, en que las parcelas no solo permiten construir una casa, sino también desarrollar microemprendimientos agrícolas, turísticos o artesanales. En zonas como Paine, San Vicente de Tagua Tagua o Pucón, ya existen proyectos que integran vivienda con pequeños huertos, talleres de agroprocesos o zonas de arriendo vacacional.

Construcción incremental con subsidios estatales: El modelo de vivienda progresiva también representa una vía creativa de acceso a la casa propia. Gracias al subsidio DS49 del Minvu, muchas familias han optado por construir por etapas: primero la base de la vivienda y, con el tiempo, ir ampliando según necesidad y capacidad económica. Este sistema permite iniciar con un hogar pequeño, pero bien ubicado, y crecer sin sobre-endeudamiento.

¿Y en el resto del mundo?

Casas por trabajo comunitario (el modelo escandinavo): En Dinamarca y Suecia, han surgido iniciativas donde los futuros propietarios pueden acceder a viviendas con precios subsidiados a cambio de trabajo comunitario. En algunos cohousing ecológicos, los residentes dedican entre 10 y 20 horas mensuales a tareas compartidas, como mantenimiento de áreas verdes, cuidado de niños o gestión de cultivos orgánicos. A cambio, pagan una fracción del costo de mercado y disfrutan de instalaciones colectivas como huertos, talleres y cocinas comunes.

Casas gratis en pueblos que buscan repoblarse: En Japón, Italia y España, hay localidades rurales que ofrecen casas por precios simbólicos o incluso gratis a cambio de que los compradores se comprometan a habitarlas, renovarlas o iniciar un emprendimiento. En Sicilia, por ejemplo, varias comunas ofrecen casas por 1 euro con la condición de invertir en su restauración. Estos modelos buscan frenar la despoblación y reactivar economías locales, muchas veces con buenos resultados: han atraído a extranjeros, nómades digitales y emprendedores en busca de tranquilidad y bajos costos de vida.

Viviendas sociales que se pagan con reciclaje: En Brasil, el proyecto “EcoHousing” ha implementado un sistema en el que las familias pueden acumular puntos por reciclar residuos y canjearlos por descuentos en el arriendo o incluso en la compra de su vivienda. La idea es fomentar hábitos sustentables y premiar la responsabilidad ambiental con beneficios reales. Además de mejorar la limpieza urbana, este modelo reduce la huella de carbono y promueve la participación activa de las comunidades en la gestión de residuos.

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