La ciudad registró este año la mayor cantidad de ventas de viviendas por encima de los US$20 millones en toda su historia. Un fenómeno atribuido, en gran medida, al crecimiento explosivo de este sector tecnológico.
Por Leonardo Núñez
San Francisco, la ciudad de Estados Unidos que hace apenas unos años parecía atrapada en una espiral de decadencia postpandemia del Covid, ha resurgido como uno de los epicentros inmobiliarios más codiciados del mundo. El responsable de este sorprendente renacimiento: el boom de la inteligencia artificial.
De acuerdo al Informe de Perspectivas de Lujo 2025 elaborado por Sotheby’s International Realty, la ciudad registró este año la mayor cantidad de ventas de viviendas por encima de los 20 millones de dólares en toda su historia. Un fenómeno atribuido, en gran medida, al crecimiento explosivo del sector tecnológico liderado por la IA y al flujo de capital generado por fundadores, ingenieros y ejecutivos que buscan establecerse cerca del corazón de la innovación.
“La idea es que el sector de la IA será la próxima gran fuente de creación de riqueza a nivel global”, explicó Bradley Nelson, director de marketing de Sotheby’s, a Bloomberg. “Y si alguien quiere apostar fuerte por esta industria, San Francisco y el Área de la Bahía son los lugares donde debe estar”.
La ciudad, que alberga a gigantes como OpenAI —creadora de ChatGPT—, además de cientos de startups y laboratorios de investigación, ha visto cómo barrios tradicionalmente golpeados por la desinversión y el éxodo urbano se transforman en enclaves de ultralujo. Uno de los casos más emblemáticos, según recuerda el portal especializado en lujo “Robb Report”, es el de la mítica Avenida de los Multimillonarios (Billionaires Row, ubicada en la calle Broadway, entre Lyon Street y Divisadero Street), donde recientemente Laurene Powell Jobs, viuda de Steve Jobs, adquirió una propiedad por 70 millones de dólares.
Según el informe, los nuevos compradores no solo adquieren residencias de alta gama, sino que además destinan millones adicionales a renovaciones personalizadas que pueden durar años. Esto no se trata de inversiones especulativas: los nuevos residentes llegan para quedarse.
La recuperación también ha sido favorecida por el liderazgo del recién elegido alcalde Daniel Lurie, quien ha impulsado políticas orientadas a la revitalización urbana y la atracción de capital humano y financiero vinculado a las tecnologías emergentes.
Barrios como Noe Valley, Presidio Heights, y Sea Cliff han sido testigos de este renacer. En Noe Valley, por ejemplo, se ha visto un incremento en la compra de propiedades por parte de fundadores de startups de IA, atraídos por su cercanía a los centros de investigación y su ambiente residencial. Mientras tanto, en Presidio Heights, las mansiones centenarias han sido reacondicionadas con domótica de última generación, y en Sea Cliff, las vistas al Pacífico ahora conviven con hogares equipados con laboratorios personales y bunkers digitales.
Siempre creí, y quiero seguir creyendo que una cuidad, poblado o en general cualquier asentamiento humano, tiene, en esencia, ese “espíritu” o sello propio que la da su población, constituyendo así una ciudad “viva”. Por eso, no hay ciudades buenas o malas, pues ellas solo son un reflejo de quienes las viven.