La materia prima del mobiliario, que hoy es utilizado por la Universidad Gabriela Mistral, fue aportada por empresa de reciclados de Villarrica.
Por Leonardo Nuñez
Mientras estudiaba arquitectura, el holandés Gerrit Rietveld (1888-1964) puso en marcha su propia fábrica de muebles, renovando el diseño de mobiliario e interiores. Una de sus creaciones más conocidas, por su simpleza y accesibilidad, es la silla que bautizó como Red/Blue. Armada con listones y tablas de madera, en un diseño donde resalta la simpleza, las líneas rectangulares y los colores primarios, a su creación se la comparó con un cuadro de Piet Mondrian.
Y hoy es la principal inspiración de un grupo de estudiantes de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Gabriela Mistral (UGM), que, en el marco de un proyecto de economía circular y reciclaje, combinaron la enseñanzas del maestro holandés con la materia prima aportada por tapas de botellas, haciendo aún más accesible económicamente este tipo de mobiliario famoso en todo el mundo.
En base a un convenio con POCK, una empresa de reciclados con sede en Villarrica, los jóvenes utilizan dicho plástico que abunda en playas, caminos y ciudades, para procesarlo y convertirlo en listones y perfiles. El resultado es un producto que se caracteriza por su durabilidad y resistencia, especialmente a la humedad. Además, estos listones no se astillan, son fáciles de limpiar y no atraen termitas, como la madera. Lo que los convierte en material ideal para crear mobiliario de terraza y exteriores.
“La idea era utilizar un material contemporáneo para dar vida a un diseño clásico. Nosotros nos inspiramos en Gerrit Rietveld, que creó una silla -muy cotizada en la actualidad- pensada para ser instalada en exteriores, en las terrazas. Creemos que acercar a los estudiantes a diseños antiguos y elegantes, pero que adquieren forma con materia prima moderna es un gran aporte para ellos”, explica Martín Schmidt, académico de la Escuela de Arquitectura de la UGM.
Lo bueno, agrega el docente, es que los planos que utilizaron están disponibles en internet. Es decir, cualquier persona puede animarse a imitar a estos alumnos y crean productos sustentables.
“Tratamos de hacer la silla lo más parecida posible a la original. Tuvimos que hacer varias pruebas antes de lograrlo. Uno de los objetivos era demostrar que este modelo, que en el mercado tiene un elevado valor, puede ser elaborada con materiales bastante más económicos”, señala Florencia Izquierdo, estudiante que participó en el proyecto.
Ahora, este mobiliario forma parte de la universidad. Fue instalado en los patios y es utilizado por estudiantes y docentes.
“Al comienzo fue difícil. Parece ser un proyecto pequeño, pero no es así, porque tuvimos que guiarnos por planos. Pero fue un proceso muy entretenido y -precisamente porque al comienzo resultó complejo- es que estamos tan orgullosos. Creo que hoy todo deberá girar en torno a la sustentabilidad. Se requiere más empresas que se dediquen a la transformación de residuos”, plantea Ana Catalina Galdámez, estudiante de Arquitectura.
Como el proyecto y los diseños están liberados en la web, la facultad de arquitectura llama a la comunidad a utilizarlos libremente. Y, a su vez, están abiertos a establecer convenios con empresas o municipios para elaborar más productos en beneficios de la comunidad, para ser utilizados en plazas, parques o exteriores de edificios institucionales.