
Por: Thomas Verbeken, Profesor de Finanzas Inmobiliarias, ESE Business School; Gerente de Inversiones Inmobiliarias, Inversiones Marchigue; Ingeniero Comercial PUC, Master en Finanzas Bournemouth University, UK.
Hace poco más de una semana se llevó a cabo la Maratón de Santiago, uno de los eventos deportivos más lindos de Chile y que congrega a toda una ciudad en torno al Running. Y, aunque el deporte y el trabajo se desarrollan en contextos distintos, comparten (y exigen) una serie de valores fundamentales que los conectan profundamente, y es que para el caso de una industria tan golpeada como la del mercado inmobiliario en estos últimos años, creo que vale la pena visitar.
Primero, la disciplina es quizás el valor más evidente. En el deporte, entrenar con constancia, cuidar la alimentación y respetar los horarios son hábitos esenciales para alcanzar buen rendimiento. En el ámbito laboral, la disciplina se traduce en cumplir con las tareas, ser puntual y mantener la calidad en lo que se hace, sobre todo hoy en que nada puede quedar al azar y se necesita del doble de rigurosidad para definir el producto adecuado y la estrategia correcta de cara a la venta. Sin esta virtud, tanto el deportista como el profesional pierden rumbo y efectividad.
El trabajo en equipo también destaca como un valor compartido. Ningún equipo gana una liga con individualidades aisladas, así como ninguna empresa progresa si sus colaboradores no aportan valor. En ambos casos, el éxito es resultado de una coordinación eficiente, comunicación y confianza mutua. La suma de talentos bien dirigida, supera cualquier esfuerzo solitario. Y esto, los desarrolladores lo tienen muy presente, quedando de manifiesto que los equipos multidisciplinarios son quienes logran resultados mayores a la competencia.
La resiliencia es otro punto de encuentro. Los deportistas enfrentan derrotas, lesiones y frustraciones, al igual que los trabajadores (sobre todo en esta industria en los últimos años) enfrentan fracasos, recortes presupuestarios o proyectos que no prosperan. Lo que marca la diferencia es la capacidad de levantarse y aprender de la experiencia. Caer es parte del camino.
El liderazgo también es de suma importancia. En un equipo deportivo, el entrenador guía y motiva. Asimismo, en una organización, los líderes orientan e inspiran. En ambos espacios, un liderazgo positivo puede transformar el rendimiento colectivo y cultivar el crecimiento.
Finalmente, tanto en el deporte como en el trabajo, se valora la superación personal. Alcanzar metas y mejorar habilidades. El deseo de progresar impulsa tanto a atletas como a empleados a salir de su zona de confort y de un mercado en constante cambio como el del real estate. Ambos (deporte y trabajo) forman carácter, promueven valores sólidos y enseñan lecciones de vida. Al final del día, el espíritu deportivo y la ética laboral, corren por la misma pista buscando llegar más lejos y no quedar en el camino.