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Junto con exigir a las empresas distribuidoras de energía que mejoren el servicio, desde el mundo técnico hace años que vienen planteando soluciones de largo plazo, como el soterramiento de cables del tendido eléctrico, para no sufrir estas emergencias cada vez más frecuentes.

Por Leonardo Núñez

Durante las últimas noches se han registrado protestas en distintos comunas de la Región Metropolitana, con barricadas, fogatas y cacerolazos. Pobladores de San Miguel, Lo Barnechea y Peñalolén, entre otros muchos sectores, ante la nula respuestas por el megacorte de luz eléctrica, salieron a las calles para manifestar su indignación luego de tres días sin energía en sus viviendas.

Para hacerse oír, grabaron las protestas y las empezaron a viralizar por redes sociales antes de que las baterías de sus celulares se apagaran. La crítica situación se vive más allá de la Región Metropolitana. Se estima que cerca de 500 mil hogares se quedaron sin suministro eléctrico a lo largo del país.

La indignación es alta: se han registrado ataques a sucursales de Enel y anuncios de demandas colectivas por los múltiples problemas ocasionados, entre ellos pérdida de alimentos y situaciones de riesgo  al no poder refrigerar insumos médicos o atender adecuadamente a  pacientes electrodependientes.

¿Es normal que una ciudad colapse por la caída de la transmisión eléctrica? Además del colapso por las lluvias, ¿también hay que asumir que ante la presencia de  fenómenos climáticos con intensos vientos,  nos quedaremos sin electricidad?

Expertos del sector opinan que no y que esto se podría solucionar con más inversión,  prevención y con un mejor servicio de reposición. De hecho, este lunes 32 alcaldes de la Región Metropolitana cuestionaron los datos de Enel Distribución y CGE, al acudir a la Subsecretaria de Electricidad y Combustibles (SEC) para exponer la crisis que estaban viviendo los habitantes de sus comunas.

Acusaron a ambas empresas de entregar datos erróneos sobre el número de afectados y también de no contar con las cuadrillas que aseguraban tener para reponer la energía. A esa hora, los matinales mostraban postes caídos en las calles sin que se viera a personal trabajando en su reparación.

“La empresa promete restablecer el suministro entre martes y miércoles, pero estas promesas no se han cumplido en el pasado. Esto solo aumenta la angustia y desesperación de la población”, afirmó el alcalde de Maipú, Tomás Vodanovic. “A mí me cuesta mucho creerle a Enel en este momento. Hemos visto muy pocas cuadrillas en el terreno y no hemos recibido la información necesaria para planificar”, añadió.

Por su parte, el ministro de Energía, Diego Pardow, sostuvo a radio Cooperativa que “los tiempos de respuesta en reposición del servicio, según los estándares obligatorios para las empresas no se han cumplido. Estamos trabajando en formulaciones de cargo, sanciones y compensaciones. Las causas estructurales y mejoras que se puedan hacer, no pueden ser una excusa para lo que ocurrió a partir del jueves”.

Más allá de la indignación

Aunque la ley indica que son las empresas distribuidoras de energía las encargadas del mantenimiento del tendido y que la fiscalización es competencia de la Superintendencia de Electricidad y Combustibles, desde el mundo técnico hace años que vienen planteando soluciones de largo plazo, como el soterramiento de cables del tendido eléctrico y de telecomunicaciones. Esto implica la instalación subterránea de los cables empleando materiales y poliductos adecuados para las líneas bajo tierra.

Es costoso, pero hoy parece necesario ante la frecuencia de los apagones. “El tema de fondo es contar con herramientas y recursos para mejorar la calidad de servicio. Se puede lograr a través de diversas alternativas, como el enmallamiento de redes en media tensión, incorporación de automatismos, soterramiento o una combinación de estas opciones. La decisión de cuál alternativa a usar se debe tomar en base a un análisis de costo eficiencia, tiempos de implementación y financiamiento”, explicó en una crisis similar, Rosa Serrano, ingeniera civil de industrias de la Pontificia Universdiad Católica y ex directora de Estudios y Regulación de Empresas Eléctricas AG.

Además del terminar con el impacto visual de los cables colgantes, la medida permitiría contar con un sistema mucho más seguro, con menos interrupciones por terremotos, fuertes vientos o nieve.

El tema se ha debatido en el Congreso. En 2008 se presentó un proyecto de Ley, que estimó que el costo  soterrar los cables en gran parte de Chile alcanzaría los US$ 30 mil millones, lo que en su momento se consideró muy elevado.

El tema se retomó con fuerza en 2017, cuando una nevazón también provocó un corte masivo en la Región Metropolitana. En ese momento, Enel Distribución indicó que el nivel de soterramiento de la red de baja tensión apenas llegaba al 20%, cifras muy distantes de países como Holanda (100%), Bélgica (85%) y Reino Unido (81%). ¿Llegó el momento de pasar de la indignación a una solución de fondo?

Ministerio de Energía

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