La existencia de más de 10.000 sitios con alta probabilidad de contaminación en Chile —de los cuales 2.786 están abandonados— revela una deuda ambiental de proporciones, que se extiende a través de la minería, la agricultura, la infraestructura y el desarrollo inmobiliario. Esta realidad no solo degrada el territorio, sino que también fractura la relación de confianza con la ciudadanía.