El complejo de los Minnessota Vikings permite al público ver el exterior del recinto gracias a su creativo diseño. Sponsor pagó US$220 millones por los derechos del nombre.
Por: Leonardo Núñez
“Del avión al gimnasio, del gimnasio a la cancha”. Empezó la nueva aventura de Sammis Reyes en su intento por retornar a la National Football League (NFL). Y así lo relata el deportista chileno en sus redes sociales, donde detalla con ese tipo de mensajes cómo vive las horas previas al inicio de las exigentes pruebas por llegar al primer equipo de los Minnesota Vikings, el equipo de EE.UU. que le abrió las puertas para volver a jugar fútbol americano.
El deportista nacido en Talcahuano no la tiene fácil. Antes de siquiera soñar con volver a jugar de manera oficial, debe pasar duras pruebas. Esta semana parte los entrenamientos en un mini-campamento organizado por el equipo asentado en la ciudad de Minneapolis. Si sale airoso y supera las pruebas médicas, podrá seguir entrenado en las instalaciones del club hasta junio, donde recién entonces le confirmarán si lo suman a la franquicia deportiva para disputar el torneo que parte en septiembre.
En caso de ser así, Reyes formará parte de un equipo de primer nivel, famoso por contar con un estadio que en su momento marcó un estándar en infraestructura deportiva. Se trata del U.S. Bank Stadium, complejo que tiene su propia cuenta en instagram (@usbankstadium).
A cargo de la empresa de diseño arquitectónico HKS, se inauguró en 2016. “Los Vikingos” pretendían construir un estadio abierto o con techo retráctil. Sin embargo, los gobiernos de la ciudad preferían un recito cerrado, para reducir el costo de construcción, y permitir que se pudiera utilizar todo el año. Y ésta fue la visión que se impuso.
HSK cuenta que el reto de diseño que se les planteó fue crear una infraestructura “que conectara y celebrara a la gente de Minnesota, ofreciendo una experiencia incomparable dentro del recinto, a la vez que debía impulsar el desarrollo económico del barrio”. Con ese objetivo, la obra debía reflejar la cultura, el clima y el contexto de la ciudad. Para cumplir con la tarea, la firma se inspiró en las formaciones de hielo de las cataratas cercanas de St. Anthony y en las líneas alargadas de las lanchas vikingas.
Se decidió entonces que el techo y las paredes se formarían con paneles de vidrio transparente para que el público que asistiera a los eventos deportivos y culturales pudiera ver el exterior del recinto. Su famosa “The Legacy Gate”, en tanto, está compuesta por cinco puertas pivotantes de vidrio que varían entre 23 y 29 metros de altura. “Cuando está abierta, conecta el estadio con su plaza urbana adyacente. El techo translúcido resiste el brutal clima de Minneapolis, mientras inunda el interior con luz natural, creando la sensación de estar al aire libre sin exponer a los jugadores o fanáticos a los elementos del clima”, se lee en la reseña del complejo que es conocido como “El Estadio del Pueblo”.
Desde que se inauguró en 2016, el U.S. Bank Stadium ha inyectado más de US$ 2 mil millones en inversiones públicas y privadas al vecindario circundante. La entidad financiera que adquirió los derechos del nombre debió firmar un contrato de US$ 220 millones por 25 años para contar con dicho privilegio. Y si todo sale bien, un representante chileno podría dejar su huella en ese campo de juego.