Una de las principales ventajas de este tipo de terrenos es que suelen ser muchos más baratos y se gana en vista y posibilidades de luz.
Por: Renato Herrera Lagos
Encontrar un terreno que cumpla con las características, esté en regla y en un sector consolidado de la región deseada, es un desafío no menor, y evidentemente en muchos casos, lo ideal sería encontrar un espacio liso para hacer más fácil el proceso de construcción, pero si por precio llegamos a uno con pendiente el rango de opciones se amplía para construir la casa soñada.
Para los entendidos, una de las principales ventajas de este tipo de terrenos es que suelen ser muchos más baratos, además hay más posibilidades de encontrar la orientación ideal y se puede ganar en vistas despejadas y suficiencia de luz.
Pero ¿a qué se refiere cuándo hablamos de pendiente en un terreno?, nos referimos a la inclinación que presenta todo paño de tierra respecto de un plano horizontal. Estos pueden expresarse en porcentajes o grados, que se traducen en todo un reto al momento de ver cómo sacarle provecho cuando se construye.
Desde Winteri Arquitectura advierten que “tomando como principio de que la arquitectura (diseño), se debe adecuar y moldear al terreno, para así, mantener un equilibrio saludable entre lo construido (casa) y lo natural. Siempre definimos que existen 4 características principales del terreno a tomar en cuenta que influyen en el diseño de tu casa”.
Asimismo, son tres los puntos importantes a tener en cuenta: el tipo de suelo y subsuelo de su terreno; el movimiento de la tierra, y; los cursos de agua. Sobre el primer punto, Martín Irarrázabal Pagola, jefe de Nuevos Negocios de Winteri Arquitectura establece que “rompiendo mitos, no hay un terreno perfecto para todos los proyectos. Hay terrenos mejores, pero en base a lo que se quiera diseñar.”
Asimismo, el arquitecto señala que “para nosotros en Winteri, el estudio del terreno es la clave para un buen proyecto de arquitectura, nos debemos adaptar a las condiciones naturales del terreno. Así que la labor del arquitecto es trabajar con el terreno para desarrollar una solución creativa y pensando siempre en el costo”.
En esta línea, una de las recomendaciones importantes es saber realizar un estudio de mecánica de suelo en conjunto con la topografía para determinar el tipo de suelo: “Estamos hablando de clasificar los suelos en base al tamaño de los “gránulos” o las partículas del terreno junto a su capacidad mecánica de soportar distintos kilos por m2 y de tener distinta permeabilidad al agua.”, advierte Irarrázabal.
Por tal motivo, debemos determinar distintos tipos de suelo para determinar distintas soluciones. Por ejemplo, el Limo y la Arcilla, son suelos de granos muy pequeños, eso hace que sea más difícil para las fundaciones o los cimientos de una construcción encontrar estabilidad.
“Nosotros hemos hecho casas en estos tres tipos de terreno y como decía antes ¡Nada es imposible! Pero hay que tener las consideraciones adecuadas, por ejemplo, el Limo fangoso es muy resbaladizo y cómo va a estar casi siempre en barro, lo más común es hacer un proyecto sobre pilotes”, señala el arquitecto.
Asimismo, advierte que “es muy importante que estén amarrados o con cadenetas entre ellos, porque si están cada uno por su cuenta, eventualmente se van a asentar en el terreno y lo más probable es ver una casa con las patas abiertas, ya que cada uno se va a mover por su cuenta. En cambio, si están todos amarrados, con diagonales, por ejemplo, la casa se va a mantener sólida porque los esfuerzos son repartidos entre todos los pilotes”.
Respecto al movimiento de tierra, la recomendación de la empresa es entenderla como necesaria para nivelar el terreno y crear plataformas estables para la construcción. “En terrenos con pendientes, es común encontrar suelos de distinta composición en cada nivel, lo que puede requerir soluciones específicas para cada zona. Esto permitirá tomar decisiones informadas y garantizar la seguridad estructural. Sin embargo, es importante tener en cuenta que cualquier alteración en la topografía natural puede afectar la estabilidad del terreno” señala.
Asimismo, señala el jefe de nuevos proyectos de Winteri Arquitectura que “es crucial contar con un análisis detallado del terreno y trabajar en estrecha colaboración con un ingeniero especializado en movimientos de tierra. El objetivo es evitar deslizamientos o desestabilizaciones del suelo durante y después de la construcción. Asimismo, es fundamental planificar y gestionar adecuadamente la erosión del suelo, especialmente en áreas propensas a lluvias intensas”.
“Esto, está de la mano tanto con el punto anterior de los tipos de suelo y de su permeabilidad junto con los cursos naturales de agua. El agua siempre vuelve a su curso natural si no se permea por el suelo. Ese es el principio que se debe tomar desde la arquitectura, nunca se le ganará a la naturaleza”, enfatiza Irrarázabal.
Y continúa sobre la misma línea: “Lo que buscamos es diseñar con el terreno, diseñar con la naturaleza y así adaptar los proyectos y la arquitectura para respetar la tierra”, afirmando que la presencia de cursos de agua como ríos y arroyos, es común en terrenos con pendientes, y que estos elementos naturales pueden añadir valor estético al proyecto, pero también, presentan desafíos importantes.
“Para evitar inundaciones y problemas de drenaje o de humedad, es necesario realizar un análisis de las escorrentías naturales de los terrenos, cuando se trabaja a nivel de masterplan y de levantar los cursos de agua cercanos cuando es un proyecto residencial. Este análisis permitirá prevenir la erosión en las áreas circundantes a la casa. Además, es esencial cumplir con las regulaciones locales relacionadas con los cursos de agua y respetar los espacios protegidos”, concluye el experto.