Desde huertas comunitarias a construcciones sustentables, incluyen las propuestas de estos nuevos conceptos.
Por: Renato Herrera Lagos
Un ecobarrio es un asentamiento urbano concebido para minimizar su impacto en el medio ambiente contemplando una autonomía energética, para disminuir su huella ecológica y/o devolver la deuda ecológica, con el fin de mejorar su calidad de vida y lograr de esta manera alcanzar el bienestar humano en armonía con el territorio
En ese sentido, Europa lleva la vanguardia en esta materia, pues varias capitales de ese continente piensan en esta alternativa cada vez mejor recibida por la ciudadanía.
Pensar en un jardín escondido en el medio de la ciudad, un lugar donde los colores grises de los edificios y el olor vibrante de la tierra te envuelve. Esos son algunos de los sentimientos que los vecinos de Maipú tienen al llegar a la huerta comunitaria, un área donde cada uno cosecha y le enseña a las nuevas generaciones sobre el respeto y cuidado del medio ambiente.
En Chile, son varias las oficinas de arquitectos que están generando un nuevo sentido a la naturaleza en el hogar. Respecto a esta tendencia, Ayma, oficina con más de 20 años de experiencia, impulsa y prioriza el uso de materiales aislantes de origen natural y, al mismo tiempo, ahorra energía. Fue nominada a los Premios Verdes, uno de los más importantes en sustentabilidad de Iberoamérica.
Con el foco puesto en lo ecológico y renovable, la arquitecta chilena Nicole Spencer ha desarrollado variados proyectos donde la génesis es la regeneración de espacios. Con 20 años de carrera el estudio de arquitectura Ayma representó a Chile en estos premios, donde la labor del estudio fue trabajar en base a paradigmas históricos, muy diferentes a los del mercado inmobiliario actuales, tomando dos elementos centrales: la tierra y la vegetación.
El encuentro se desarrolló en las Islas Galápagos en Ecuador y Chile fue representado con el proyecto “Ayma condominios regenerativos”, iniciativa desarrollada en el sector Arboretum de Peñalolén. La idea nació con la mirada puesta en volver a las raíces de la construcción, valorar la importancia del buen vivir, el correcto uso de la vegetación en edificaciones de la ciudad e integrar las viviendas con entornos naturales.
En dichos premios, AYMA obtuvo el Tercer Lugar en la categoría de Arquitectura Resiliente , y este reconocimiento y validación tan importante puede significar el impulso para mostrar los beneficios de este tipo de trabajos inmobiliarios, los que Nicole Spencer espera ampliar en Chile. “Nuestro sueño es escalar esto, hacer viviendas sociales y de emergencia, realizar alianzas y acuerdos colaborativos con municipios, escuelas y distintas fundaciones. Queremos replicar los condominios y nuestro tipo de viviendas en otros estratos sociales y en diferentes ámbitos, estamos trabajando arduamente en eso, ya que el buen vivir es un derecho de todos y todas”, agrega.
El llamado de su fundadora es conocer este renovado enfoque para la arquitectura y construcción. “Trabajando de forma segura, disminuyendo los gases de efecto invernadero, podemos volver a integrar a la naturaleza como parte fundamental del ser humano, reforestando, repoblando, reutilizando y regenerando. Al planeta le debemos esto”, cerró.
La técnica usada
Rememorando técnicas arquitectónicas de cultura ancestrales, los proyectos de viviendas tienen una base sólida y estructuras de metal y madera, lo que -según sus autores- garantiza un estándar antisísmico de primer nivel. Junto a eso, cada espacio en la estructura está aislado con una mezcla de agua, tierra y paja, técnica conocida como ‘quincha’.
“Usamos la quincha, porque creemos que la tierra y la paja son los mejores aislantes, y al mismo tiempo, no tienen emisión de huella de carbono y se pueden encontrar en el mismo lugar en que se va a construir. Además, es un material que respira y que no daña las manos de las personas que la manipulan”, explica Nicole Spencer respecto a esta técnica dejada de lado.
Para la oficina de arquitectura, lograr una nominación en estos premios habla de un potente impulso respecto a la labor desarrollada en este tipo de proyectos inmobiliarios. Spencer advierte que “Nuestro sueño es escalar esto, hacer viviendas sociales, realizar alianzas y acuerdos colaborativos con municipios, escuelas y distintas fundaciones. Queremos replicar los condominios en otros estratos sociales y en diferentes ámbitos, ya que el buen vivir es un derecho de todos y todas”.
El llamado de la fundadora de Ayma es conocer este renovado enfoque para la arquitectura y construcción: “Trabajando de forma segura, disminuyendo los gases de efecto invernadero, podemos volver a integrar a la naturaleza como parte fundamental del ser humano reforestando, repoblando, reutilizando y regenerando. Al planeta le debemos esto”, concluyó.
Precordillera, ideal para el proyecto
El sector alto de la capital, se consagró como el lugar ideal para desarrollar el concepto de construir una vivienda que conservará el entorno, mitigando al máximo el impacto de una construcción en zonas cada vez más pobladas.
Para Nicole Spencer “es un error que podamos construir en la precordillera, pero si ya se está haciendo, creemos que podemos aportar en devolverle al cerro lo que le quitamos al momento de levantar una construcción y preguntarnos cómo mejoramos la biodiversidad que había antes de nuestra intervención. No basta con ser sostenibles, tenemos que lograr regenerar el cerro”.
Actualmente, la zona de Arboretum ya cuenta con varios condominios regenerativos, conjuntos habitacionales que no solo se caracterizan por sus casas de tierra, sino también, por sus diseños trabajados bajo una lógica de eficiencia energética minimizando el uso de climatización, reciclando el agua y recuperando el suelo con superficies permeables, el uso de flora nativa y otros elementos que los hacen amigables con el medioambiente.
El proyecto contempla la utilización de techos verdes, los que en vez de llevar planchas de zinc, poseen una cubierta vegetal. “Los techos verdes atraen a los polinizadores, ya que estos insectos prefieren alimentarse en un nivel más alto que el ser humano y los vuelve una mejor opción que hasta el mismo jardín”, señala Spencer.
La técnica de usar estos techos y trabajar el paisajismo regenerativo logra reducir de maner considerable la huella de carbono que deja cada vivienda, con 26 toneladas de CO2, junto a ello emiten menos brillo lo que conlleva a un beneficio en el tránsito de aves en la zona y retención de agua.
Al paso que los condominios regenerativos se van consolidando, estos se han convertido en pequeños corredores ecológicos, lugares en la ciudad donde la flora y fauna conviven en armonía con el ser humano. La idea es integrar la construcción y desarrollo inmobiliario al paisaje, ayudando al cambio climático.