Entre los entendidos aún permanecen las dudas respecto al impacto que esta nueva normativa laboral tendrá sobre la ya alicaída productividad del país.
Por: Renato Herrera Lagos
La iniciativa que busca reducir la jornada laboral a 40 horas semanales ha impactado de tal forma, que en el país ya hay algunas empresas que lo están comenzado a implementar, siendo reconocidas por el Gobierno con su “Sello 40 horas”, creado precisamente para incentivar a que más entidades se sumen a la reducción.
Para esto, las compañías deben tener al menos el 80% de sus colaboradores con jornadas de 30 a 40 horas semanales; no contar con condenas por vulneración a los derechos fundamentales, mencionados en el Código del Trabajo; y mantener al día el pago de las cotizaciones previsionales de los trabajadores.
En esa línea, Diego López, ingeniero experto en Datos Laborales de GeoVictoria, HR Tech chilena, comenta que “así como en Chile, hay otros países de la región que se están sumando a reducir sus jornadas laborales, pero la tendencia hasta el minuto muestra que Chile sería uno de los más avanzados en esta materia, dado que la realidad en otras latitudes dista mucho de lo que hemos avanzado a nivel local dentro de este siglo, desde la reducción de 48 a 45 horas y con la discusión actual para alcanzar las 40 horas semanales”.
Respecto al estado de avance de las legislaciones en materia de jornada laboral que se están llevando a cabo, tanto en Chile como también en otros países de Latinoamérica, Juan Armando Vicuña, presidente de la CChC, advirtió que: “Creemos que el apoyo transversal otorgado a este cambio debe ser visto como una oportunidad para aplicar de la mejor manera posible la medida, sin afectar a los trabajadores y trabajadoras ni tampoco a la economía”.
“Valoramos que la ley contemple la gradualidad de la rebaja de las horas de trabajo, lo que sin duda, ayudará a medir su impacto en la productividad de las empresas. Es necesario que, junto a esta iniciativa, se adopten medidas que vayan en la línea de mejorar los niveles de productividad y eficiencia de la construcción” sentenció Vicuña.
Por su parte Gonzalo Silva, gerente general de IGS Asociados, comenta sobre las implicancias directas de la Ley para el sector inmobiliario: “Creemos que el impacto no será de forma inmediata, ya que existen 5 años para poder implementar la medida. Para que esto sea realidad, las empresas deben cerrar los nuevos contratos considerando este aumento de costo en las obras. Esta medida como indicamos no será gradual, la consecuencia final será el aumento de los costos en la construcción y este aumento se verá reflejado en el precio de las viviendas”.
Respecto a la mirada económica, José Sapag, director de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, director de Evaluación y Gestión de Proyectos de la FEN de la misma casa educacional, aseguró que el proyecto “es un común denominador para todas las industrias, sobre todo para las empresas industriales que abastecen a la construcción; llámese acero o cemento. Son empresas que tienen turnos, áreas de producción, entonces evidentemente el tema de las 40 horas le va a conllevar a hacer más turnos de los que de los que tenían para producir la misma cantidad yo en lo personal”.
“Otra consecuencia, es que las empresas en búsqueda de una mayor competitividad posiblemente se terminen inclinando a sustituir producción local por importaciones en mercados nuevos como China o mercados que están menos regulados. Del punto de vista laboral, evidentemente se hacen más competitivos respecto a lo que se puede producir acá en Chile, que también ahí puede ser que exista sustitución de abastecimiento por mercados más eficientes y eso termine no impactando tanto en el costo final, pero eso se tiene que ir viendo según cómo se van desenvolviendo o ajustando la economía producto a la nueva realidad”, advierte Sapag.
Sin embargo, Gonzalo Silva aclara que la manera en cómo se desarrolló la adaptación del rubro de la construcción “por una parte si se pensó bien, ya que existe 5 años para que todas las empresas entremos en este régimen, lo que da tiempo para ir adecuando los contratos futuros. Pero por otro lado, los políticos deben de dejar de pensar en trabajar menos por decreto y se deben ocupar de la productividad. Es este concepto el qué permitirá que las obras cuesten menos y por consiguiente las viviendas bajen de valor”
Para el ejecutivo de IGS Asociados, en la actualidad el rubro de la construcción no se ha ocupado de la innovación. “La construcción se ha dedicado a tener tecnología en software, que a veces, en vez de ayudar entorpecen la labor donde uno tiene que estar más en el computador qué en la misma obra. Ojalá que en un futuro cercano veamos robots en construcción haciendo tareas repetitivas como trasladar material. Eso sí sería una innovación y una mejora en la producción, y en consecuencia, una baja en el tiempo de construir y finalmente una baja en los precios”.
Finalmente, para Silva: “Los precios subirán, ya que, hoy antes de la ley de las 40 horas, se produce en 40 horas. Debido a que, en el rubro de la construcción se ha instalado una serie de prácticas como charlas de seguridad, qué son todos los días, que se ocupa app 1 hora de producción, en consecuencia, son 5 horas menos a la semana, finalmente ya se está trabajando 40 horas. Con esta nueva ley, las charlas y esas 5 horas seguirán ocupándose en charla, pero ahora serán horas extras, ya que, la producción en una obra no se puede detener. Con esta nueva ley, se producirán 35 horas a la semana, lo que es insuficiente si no se piensa en productividad. Conociendo al rubro las personas no harán el trabajo que hacían en 40 horas en 35, ya que, el concepto productividad no existe”.