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Hace 14 años, el derrumbe de la mina San José, cercana a Copiapó, marcó un hito en la historia de la minería nacional. Durante 69 días, 33 mineros permanecieron atrapados a 700 metros de profundidad, mientras en el exterior se desarrollaba un inédito plan de rescate que los trajo a la superficie.

Equipo de redacción EDI

Si bien el rescate de los mineros de San José marcó un antes y un después en la minería chilena, Carlos Moraga Cruz, director de la Escuela de Ingeniería Civil en Minas de la Universidad de Talca (UTalca), explicó que las normativas de seguridad minera en Chile ya eran bastante robustas antes del incidente. Sin embargo, destacó que “se han producido pequeños ajustes. Aumentó la fiscalización por parte del Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin), lo que permite detectar las malas prácticas o problemas que puedan derivar en accidentes”.

“La fiscalización busca adelantarse a los problemas y ha permitido disminuir sostenidamente los índices de mortalidad y de accidentes después de este evento. Esto se ha logrado también gracias a la automatización de algunos procesos que antes eran realizados de manera presencial por trabajadores, y que se han ido cambiando por máquinas o controlados a distancia”, añadió Moraga Cruz.

El académico también subrayó la importancia de la incorporación de la Inteligencia Artificial (IA) en los procesos de la industria minera. Según explicó, esta tecnología ha permitido tener un mayor conocimiento sobre “cómo va respondiendo la mina o el cerro a la acción de la minería”. Por ello, se busca automatizar operaciones poco seguras, especialmente en sectores de la mina como los puntos de extracción de mineral, donde se generan las condiciones más inestables y propensas a derrumbes, tal como ocurrió en la mina San José.

Moraga Cruz valoró además la cooperación en los equipos de trabajo, donde se fomenta el autocuidado y la seguridad, así como la generación de campañas preventivas que contribuyen a la disminución de los índices de accidentes.

Para finalizar, el especialista destacó el trabajo desarrollado desde la academia, que ha permitido “no solo generar conocimiento desde el punto de vista técnico, sino también desarrollar una formación que tome en cuenta todos los peligros a los que podrían estar expuestos los futuros trabajadores y profesionales que vayan a ingresar a una faena. Creo que la capacitación en áreas específicas como la seguridad y el autocuidado serán fundamentales para mejorar los índices que tenemos hoy en día”.

El trágico evento de la mina San José no solo movilizó a una nación y al mundo, sino que también impulsó mejoras significativas en la seguridad minera, con la esperanza de prevenir futuros accidentes y proteger la vida de quienes trabajan en este importante sector.

Mina San José

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