El mercado inmobiliario chileno ha pasado por una montaña rusa en la última década. Desde el auge del 2019, cuando las ventas mensuales en Santiago alcanzaron entre 5.500 y 6.000 transacciones, hasta los niveles actuales que rondan las 3.000-3.200, una etapa comparable a la recuperación tras la crisis de 2009. Este escenario plantea grandes desafíos, pero también abre puertas para quienes saben mirar a largo plazo.