En la industria de la minería, la energía y la infraestructura, solemos destacar la innovación tecnológica, la gestión de riesgos o los grandes proyectos de transformación. Sin embargo, existe un factor que rara vez encabeza los titulares y que, en la práctica, marca la diferencia en la competitividad de cualquier organización: la cultura organizacional. Es un motor silencioso que sostiene la innovación y define la experiencia de quienes forman parte de la compañía.