La vivienda que hoy ocupa de taller es parte de un barrio construido en la década de 1920. Celebridades del espectáculo y el deporte están entre sus clientes.
Por Leonardo Nuñez
Patricio Arévalo es uno de los “vecinos” más conocidos de los barrios patrimoniales de Santiago. Sus zapatos, botas, botines y tacones los lucen famosos del mundo de la televisión, la música y la cultura. Entre sus clientes han figurado celebridades como Cecilia Bolocco, Julio César Rodríguez, Rafael Araneda y futbolistas de distintas épocas. También ha estado a cargo del diseño del calzado para producciones televisivas y estelares.
Lo que no todos saben es que su taller se encuentra en pleno centro de Santiago, casi al llegar a la esquina de calle Coquimbo con Cuevas, en un casa construida en 1925. El diseñador, también conocido como “El zapatero de los famosos”, recibió a nuestro medio para contarnos la historia de esta antigua casona y cómo se entrelaza con su propia vida y la de este barrio patrimonial.
La vivienda es parte de un tipo de conjunto habitacional de un piso en fachada continua, el cual está inspirado en los diseños del famoso arquitecto Eduardo Knockaert. Fue construido entre los años 1920 al 1940. Su material predominante es la albañilería. De un frente angosto de 8 metros y profundidad de 29 metros, hoy estas casas, como la de Patricio, se pueden ver a lo largo de las calles Emiliano Figueroa, Coquimbo y San Isidro. Algunas de ellas son consideradas en el Plan Regulador como Inmueble de Conservación Histórica.
Las fachadas presentan un estilo arquitectónico ecléctico con elementos de la corriente clasicista. Se presentan planas, texturadas, simétricas y asimétricas, con acentuación de vanos regular y jerarquización del acceso, se detalla en el sitio web Patrimonio.
A pocos metros de su casa-taller también se encuentra la Población Madrid, diseñada por el influyente arquitecto Luciano Kulczewski, reconocido como uno de los grandes creadores de conjuntos habitacionales para la emergente clase media de las primeras décadas del siglo XIX. Está compuesto por cerca de 100 casas, todas de un piso y se distinguen por su individualidad, ya que cada una posee una fachada distinta.
“Yo la considero una casa de época, que refleja un tipo de arquitectura y diseño que hoy no se ve. Por ejemplo, no tienen estacionamientos, pero si un antejardín con el que te encuentras al salir de la vivienda. Son casas grandes, con patio interior y todas las habitaciones convergen a un solo baño, que era alargado y contaba con una tina muy grande, que casi parecía piscina. El estanque del baño estaba a nivel superior y tenía una cadena. De ahí viene la expresión tirar la cadena”, explica Patricio Arévalo sobre su casa.
Agrega que a pesar de los peligros del sector, que ha empeorado en los últimos años, con presencia de bandas, narcotráfico, “rucos” y peleas, no se quiere ir. “Es muy difícil encontrar una casa como esta en otro lado”, explica.
“Llegué a esta casa en el año 2000. Los vecinos del sector me ayudaron a encontrarla. Y, gracias Dios, la pude comprar en el año 2003”, agrega el diseñador de calzado, quien ha trabajado en el Barrio Matta desde los 12 años.
“Partí en los tiempos de bonanza de la fabricación del calzado en Chile, cuando estaban de moda los mocasines, con costuras a mano. Las fábricas hacían los encargos a talleres ‘flotantes’, que se armaban en casas con seis o diez cosedores y armadores. También tuve taller en calle Cuevas, casi al llegar a Ñuble”, recuerda.
Cuando se le consulta por el presente de calle Coquimbo, dice que no pierde las esperanza de que se recupere la tranquilidad que alguna vez tuvo. “Este barrio es bonito. Si nosotros pudiéramos rescatar calle Coquimbo, cuidar las casas, que haya menos presencia de basura, sin travestis ni gente que llega con sus rucos a dormir; si esas esas cosas se pudieran cambiar, para atraer más visitas al barrio y sacarle partido a toda esta belleza que hay acá, a nuestras Zonas Típicas, sería fantástico”, señala.
La tarde ya cae y el gris del cielo se empieza a colar por las ventanas del taller de Patricio Arévalo. No queremos abandonar la conversación en medio de la calefacción de hogar y el aroma a cuero que transporta a otros años que parecen tan lejanos. Sin embargo, nos faltarían horas para repasar tantas historias de Patricio Arévalo, como aquella de cuando un cliente le solicitó que le hiciera unas botas para una desconocida joven de 17 años llamada Cecilia Bolocco; o el encargo especial que le hizo un famoso futbolista para una boda que se canceló a última hora.
Previo a la despedida, Patricio Arévalo nos regala una reflexión de lo que significa vivir en una casa y barrio patrimonial: “Mis vecinos siempre han estado presentes para tenderme una mano. Como todos, he pasado por tiempos difíciles. Siempre hemos vivido en comunidad, ayudándonos. Creo que eso se ha perdido un poco. A veces pienso que es necesario volver al pasado, a la vida de comunidad, a la vida donde tú podías, generosamente, aportar para ayudar a otros a vivir mejor”.