La creciente adopción de vehículos eléctricos (VE) está transformando el paisaje urbano, y con ello, surgen nuevas oportunidades para rentabilizar espacios que antes parecían estancados en un modelo de negocio obsoleto. Los estacionamientos, tradicionalmente limitados a la simple función de ofrecer un lugar donde aparcar, ahora tienen la posibilidad de convertirse en centros de recarga para autos eléctricos, impulsando su rentabilidad y relevancia en un mercado cada vez más competitivo.
La transición hacia vehículos eléctricos no solo está impulsada por la conciencia medioambiental, sino también por políticas gubernamentales que buscan reducir las emisiones de carbono. Según datos recientes, la venta de vehículos eléctricos ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años, y se espera que esta tendencia continúe. Este aumento en la adopción de VE plantea un desafío y una oportunidad: la necesidad de una infraestructura de carga adecuada.
Los estacionamientos, ubicados estratégicamente en zonas urbanas y centros comerciales, se presentan como el lugar ideal para la instalación de cargadores de VE. Esta demanda emergente está creando un nicho de mercado que los propietarios de estacionamientos no pueden ignorar si desean mantenerse competitivos y aprovechar nuevas fuentes de ingresos.
De acuerdo con el análisis de mercado realizado por Global Market Insight, se espera que el negocio vinculado a la recarga eléctrica multiplique su valor por diez en los próximos ocho años. Mientras que en 2021 el mercado estaba valorado en 11.000 millones de dólares, para 2030 se proyecta que alcanzará los 119.000 millones, con una tasa de crecimiento anual compuesta del 27%.
Instalar estaciones de carga para VE en estacionamientos representa una inversión inicial que, si bien puede ser significativa, ofrece un retorno a largo plazo. Los propietarios de estos espacios pueden optar por diversos modelos de negocio, desde la venta directa de energía a los conductores, hasta acuerdos de suscripción con operadores de flotas eléctricas.
Para un cargador de Nivel 2 (Wallbox, 7-22 kW) en una vivienda unifamiliar, el costo total, incluyendo el equipo y la instalación, suele estar entre el millón los 2 millones 200 mil pesos aproximadamente. Sin embargo, con actualizaciones adicionales o en situaciones más complejas, este costo podría ser más alto.
Además, los incentivos gubernamentales para la instalación de infraestructura de carga eléctrica están en aumento, lo que reduce considerablemente los costos iniciales para los inversores. Estos incentivos, combinados con el crecimiento constante del parque de vehículos eléctricos, hacen que la instalación de cargadores sea una apuesta sólida para quienes buscan diversificar y maximizar sus ingresos.
La implementación de cargadores de VE no solo atrae a un nuevo segmento de clientes, sino que también mejora la imagen corporativa de los estacionamientos al alinearse con prácticas sostenibles. La percepción pública de un negocio que apoya la transición hacia energías limpias puede traducirse en lealtad de los clientes, incrementando así el tráfico en estos espacios.
Adicionalmente, la tecnología asociada a los cargadores de autos eléctricos permite la integración con aplicaciones móviles y sistemas de gestión avanzada, facilitando la operación y optimización del uso de los espacios de carga. Esto, a su vez, genera datos valiosos sobre el comportamiento de los usuarios, que pueden ser utilizados para mejorar la oferta de servicios y ajustar precios dinámicamente, maximizando los ingresos.
La mayor concentración de autos eléctricos se encuentra en Santiago, que también alberga casi la mitad de los puntos de carga pública del país. En total, la capital cuenta con 546 cargadores, lo que equivale a 756 conectores, de los cuales solo un 25% son de carga rápida o con una capacidad superior a 22 kilovatios (kW), según datos de la Superintendencia de Electricidad y Combustibles (SEC) y la Asociación Nacional Automotriz de Chile (Anac).
Aunque esta cifra parece pequeña en comparación con los cargadores instalados en países europeos como Francia y Alemania en 2022, que alcanzaron aproximadamente 74.000 y 64.000 cargadores lentos, respectivamente, según un informe de la Agencia Internacional de Energía (AIE), el panorama es distinto al comparar a Chile con el resto de Latinoamérica, donde se encuentra en una posición más favorable frente a sus vecinos regionales.
En Italia, por ejemplo, según datos de Motus-E de mayo de 2024, existen más de 54.000 puntos de recarga instalados en todo el territorio. Actualmente, la mayoría de las estaciones de recarga eléctrica se concentran en el norte de Italia y en las principales ciudades, donde la movilidad eléctrica es más activa. Aún así, se observa una falta de cobertura total y una necesidad de mayor presencia en lugares estratégicos, como las autopistas.
No obstante, este modelo de negocio no está exento de desafíos. La competencia en el sector de carga para vehículos eléctricos está en aumento, con grandes operadores entrando al mercado y estableciendo redes de estaciones de carga rápida. Para que los estacionamientos puedan competir, es crucial ofrecer un servicio que combine conveniencia, accesibilidad y precios competitivos.
Además, la capacidad de las redes eléctricas locales y las tarifas de energía son factores a tener en cuenta al momento de planificar la instalación de cargadores. La colaboración con proveedores de energía y empresas de tecnología será clave para asegurar que la inversión sea sostenible a largo plazo.
El negocio de los cargadores para vehículos eléctricos representa una oportunidad clara para rentabilizar estacionamientos en un contexto de transformación hacia la movilidad sostenible. Con la infraestructura adecuada, apoyo gubernamental y un enfoque estratégico, los estacionamientos pueden evolucionar de simples lotes de aparcamiento a centros neurálgicos de la nueva era del transporte eléctrico, asegurando su relevancia y éxito financiero en los años por venir.
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