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La sombra del miedo: La brecha entre realidad y percepción que está cambiando la ciudad

Después de un seminario facilitada por la UAI, donde participó el fiscal nacional, Ángel Valencia y la subsecretaria de prevención del delito, Carolina Leitao, quedaron varias aristas para evaluar sobre la brecha entre la percepción de inseguridad y la realidad, como un desafío importante en la gestión de la seguridad pública y en cómo los medios de comunicación lo abordan. Hay varios puntos claves a considerar  si se busca entender esta distancia y llegar a la clave, donde las propuestas para las soluciones efectivas, están desde la importancia de la colaboración público-privada.
La percepción de inseguridad puede ser influenciada por factores múltiples donde la cobertura mediática, la experiencia personal y la falta de información precisa, detonan una crisis de confianza que no se empalma con la evidencia, esto es más bien un hecho más que tan sólo una idea distante de la objetividad. Por lo mismo, la brecha entre la percepción y la realidad, puede llevar a una mayor ansiedad y miedo en la población, lo que provoca un impacto negativo en la calidad de vida y en la imagen de las instituciones a cargo.
Desde la perspectiva de construir ciudades resilientes, esta dimensión choca con la capacidad de comprender, anticipar, resistir, adaptarse y recuperarse de las amenazas como son el aumento de la delincuencia, por lo que nuevamente la respuesta está en la colaboración público-privada, que juega un papel fundamental para generar soluciones efectivas y sostenibles en materia de seguridad ¿pero cómo se articula esta triada donde también confluye la sociedad civil?.
Las estrategias para lograrlo incluyen la compartición de información y la coordinación de esfuerzos para ayudar a reducir la brecha del miedo y mejorar la seguridad pública; también se le debe atribuir un lugar especial a la planificación del uso del suelo para infraestructuras verdes; así como a la gestión del agua; la promoción del transporte; la participación comunitaria; el robustecimiento de las policías y los municipios, y; la implementación de la tecnología, que en conjunto con el análisis de datos, pueden ser herramientas valiosas para entender, abordar los patrones de conducta delictiva y dar respuestas más ágiles ante emergencias.
El Estado no puede con todo. Luego, la reducción de esta brecha del miedo se puede amortiguar con privados que implementen desde la provisión de información precisa, la generación de confianza; así como desde una adecuada organización territorial, una comunidad puede lograr entender que su espacio debe ser algo seguro y se fomenta el que lo quieran y resguarden en conjunto con sus vecinos. Sólo así, la mirada estará en el fortalecimiento de la confianza en las instituciones y la percepción real de seguridad.
La realidad es que los desafíos son gigantes, porque el miedo siempre se transforma en una herramienta política de manipulación. Empero, se puede consolidar un modelo de cooperación público-privada como política de Estado, con tiempo, forma y continuidad. Por lo que la oportunidad para el siguiente gobierno está más bien, en generar intercambio de información en tiempo real y resultados contundentes que la ciudadanía pueda ver y percibir en lo concreto.
La compartición de información, la coordinación de esfuerzos y la tecnología pueden ser herramientas valiosas para abordar este desafío y mejorar la seguridad pública. La construcción de ciudades sostenible y habitables, requieren de una aproximación integral que considere la seguridad como pilar fundamental. Esto es: calidad de vida.

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