Por: Cristián Martínez, fundador de Crece Inmobiliario, Ingeniero Comercial, Magíster en Administración de Empresas de IEDE y Master en Administración de Empresas en la Universidad de Lleida.
En un contexto donde la inflación y el costo de vida han crecido de manera alarmante, los chilenos nos enfrentamos a un gran reto: mantener nuestras finanzas en equilibrio. Sin embargo, hay un factor frecuentemente pasado por alto que puede poner en riesgo nuestros esfuerzos: los que hacemos regularmente y que identificamos como gastos hormiga.
Diversos análisis indican que más del 65% de la población chilena vive en un estado de sobreendeudamiento, destinando más de la mitad de sus ingresos al pago de deudas a corto plazo. Esto significa que, en promedio, tenemos al menos cinco acreedores diferentes, que van desde casas comerciales hasta bancos, convirtiéndonos en víctimas de un ciclo vicioso de endeudamiento.
Frente a esta realidad, surge una interrogante crucial: ¿cómo podemos mejorar nuestra situación financiera? La respuesta se bifurca en dos caminos: aumentar nuestros ingresos o reducir nuestros gastos. Aunque el primer camino depende, en gran medida, de factores externos como los empleadores y las oportunidades laborales, el segundo está completamente en nuestras manos.
Los gastos hormiga son esas pequeñas compras que a menudo pasan desapercibidas pero que, cuando se suman, ejercen una presión considerable sobre nuestro presupuesto. Desde un café por la mañana hasta salidas a comer o el uso excesivo del auto, estos gastos pueden parecer triviales, pero su efecto acumulado puede ser devastador.
Para enfrentar este enemigo silencioso, primero debemos volvernos conscientes de su existencia. Luego, la recomendación es simple pero poderosa: registrar todos nuestros gastos. Al hacerlo, podremos visualizar cuánto estamos gastando en esos pequeños placeres que, aunque ofrecen satisfacción momentánea, no son esenciales para nuestra calidad de vida.
Reducir estos gastos hormiga requerirá cambios en nuestros hábitos y, en algunos casos, sacrificios. En lugar de usar el auto, tal vez debamos optar por el transporte público, lo que implicará despertarnos un poco más temprano. En vez de comprar el almuerzo, podríamos prepararlo en casa, entre otras alternativas. Estos ajustes pueden implicar ciertos costos alternativos, pero a largo plazo, nos permitirán recuperar el control sobre nuestras finanzas.
Según la OCDE, la educación financiera es un aspecto fundamental para el desarrollo de los países. Sin embargo, en Chile y en gran parte de Latinoamérica, aún somos bastante analfabetos financieros. No comprendemos conceptos básicos como el uso responsable de las tarjetas de crédito, la lectura de estados de cuenta o las fechas de vencimiento de los pagos, solo por nombrar algunos temas importantes.
Es crucial que nos empoderenos en nuestra educación financiera y adoptemos estrategias efectivas para reducir nuestros gastos. Algo tan sencillo como aprovechar las promociones en gasolineras, supermercados y farmacias mediante el uso inteligente de tarjetas de débito o crédito, puede traducirse en un ahorro mensual de hasta $100.000 para las familias chilenas.
Los gastos hormiga son una amenaza silenciosa que pone en peligro nuestra salud financiera y nuestras aspiraciones de inversión inmobiliaria. Al tomar conciencia de su existencia, registrar nuestros gastos y adoptar hábitos más austeros, podemos recuperar el control y establecer una base sólida para nuestro bienestar. Es un esfuerzo modesto, pero con un impacto asombroso en nuestro futuro.