Estudio de La Fundación Tejido Urbano también alerta que miles de propiedades albergan más personas de las que permiten sus dimensiones.
Por Leonardo Núñez
El déficit habitacional en Argentina afecta 3.240.000 hogares, según estimaciones basadas en cifras de la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco). La alarmante cifra se divide en dos categorías principales: cuantitativo, que representa el 35,45% y refiere a hogares sin acceso a una vivienda adecuada, y cualitativo, que abarca el 64,55% y comprende viviendas con infraestructura precaria o carencias en servicios básicos esenciales.
La Fundación Tejido Urbano, encargada de sistematizar los datos, agregó que es posible pensar que el resultado final tiene cierta subestimación dado que no incluyen a las viviendas con déficit, pero recuperables.
El hacinamiento es uno de los factores más preocupantes del déficit cualitativo, indican los encargados del análisis. Esto, debido a que miles de viviendas albergan más personas de las que permiten sus dimensiones, lo que afecta la calidad de vida de los habitantes y genera condiciones de precariedad persistentes.
“El déficit podría superar las 5 millones de viviendas si se incluyeran aquellas recuperables. Esto implica que por cada vivienda no recuperable existe otra que podría ser rehabilitada”, destacó a Infobae Fernando Álvarez de Celis, director ejecutivo de la Fundación Tejido Urbano.
Según el estudio, el déficit habitacional varía significativamente entre zonas urbanas y rurales. En las ciudades, el problema principal está vinculado a la calidad de las viviendas, con deficiencias estructurales que abarcan desde materiales precarios hasta una cobertura insuficiente de servicios básicos, como gas, agua potable y electricidad. En las áreas rurales, en tanto, la falta de acceso a infraestructura básica es el principal problema.
Otro hecho que agrava la situación es que se ha detectado que el crecimiento expansivo de las ciudades se ha realzado sin la correspondiente extensión de las redes de servicios básicos, como agua potable y electricidad.
“Las empresas de servicios no están expandiendo las redes al ritmo necesario, lo que deja a muchas familias sin acceso a agua corriente o sistemas de alcantarillado. Esto incrementa la presión sobre los recursos existentes y dificulta la planificación urbana”, señaló Álvarez de Celis.