El geólogo de la Universidad de Chile, Gabriel Easton, señala que “nunca es tarde para avanzar en medidas de prevención fundadas en conocimiento científico”.
Por Leonardo Núñez
El anuncio de que se prohibirán nuevas construcciones habitacionales a lo largo de la Falla de San Ramón, una vez aprobado el nuevo Plan Regulador Metropolitano de Santiago (PRMS), no ha dejado indiferente a nadie. Por la cantidad de comunas involucradas en la decisión, son varias las dudas que persisten ante el impacto que tendrá la nueva norma en distintas áreas del desarrollo inmobiliario.
Para aclarar algunas de estas interrogantes, uno de los mayores expertos en el estudio de esta falla, el geólogo Gabriel Easton, en conversación con “El Diario Inmobiliario”, explicó los alcances que tendrá para la RM el nuevo plan regulador y las oportunidades que presenta para la ciudad, sobre todo en el crecimiento de las áreas verdes que tanto demanda la población.
Según lo que se sabe hasta ahora, el nuevo PRMS va establecer restricciones de constructibilidad en torno a la falla, que todavía tiene cerca de un 45% a 50% no construido a lo largo de su extensión. En septiembre se estarán licitando los primeros estudios para hacer los levantamientos y luego las regulaciones para ordenar el territorio. Todo este proceso podría tardar entre tres a cuatro años.
El proyecto será desarrollado en coordinación con el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, pero será financiado por el Gobierno de Santiago, en el marco de las nuevas atribuciones que tienen los Gobiernos regionales.
“Se trata de una buena noticia para los habitantes de Santiago y la Región Metropolitana, tanto para quienes actualmente vivimos en esta región, como también para las generaciones futuras. Si bien no sabemos cuándo ocurrirá el próximo terremoto en la Falla San Ramón, sí sabemos que ésta ha generado grandes terremotos con ruptura en superficie y los generará en el futuro, pues se trata de una falla activa”, indica Easton.
“De este modo, aunque la probabilidad de eventos en esta falla es relativamente más baja en comparación con los terremotos del contacto de subducción, como el de Valdivia en 1960, Maule 2010 o Illapel 2015, estos terremotos en fallas corticales activas pueden tener un impacto muy importante, incluso mayor que en los casos anteriores”, agrega.
Por ello, el geólogo recalca que medidas como ésta apuntan a la prevención, “no solo considerando la población actual sino también las futuras generaciones”.
Respecto de si la medida llega tarde, ya que el Plan Regulador actual cumple 30 años sin grandes modificaciones, Easton recuerda que “si bien hay bastante urbanización ya desarrollada sobre la Falla San Ramón, también hay una buena parte que no está urbanizada”.
“La inclusión de la traza (ubicación en superficie) de la Falla San Ramón en el Plan Regulador Metropolitano de Santiago permitirá que esta sea conocida en forma clara y transparente por la ciudadanía, incluso por quienes quisieran desarrollar proyectos, disminuyendo así la incertidumbre en este sentido”, sostiene.
“Esto permitiría también que se puedan desarrollar otras medidas que apunten a evitar que se siga densificando la población en zonas ya construidas sobre la falla, evaluación de infraestructura crítica, planes de contingencia, desarrollo de áreas verdes, preservación de suelos y del bosque esclerófilo, educación y por cierto profundización del conocimiento científico y monitoreo sísmico. Nunca es tarde para avanzar en medidas de prevención fundadas en conocimiento científico”, finaliza el geólogo.