La compañía logró refinanciar deuda por más de US$ 11.300 millones, evitando así el riesgo del fin de sus operaciones, lo cual habría agravado aún más la ya delicada situación del rubro en la potencia asiática.
Por Leonardo Núñez
La promotora inmobiliaria china New World Development ha evitado por muy poco un destino similar al de otros gigantes del ladrillo en China, como Evergrande o Country Garden. Tras meses de intensas negociaciones, la compañía anunció que logró refinanciar deuda por más de US$ 11.300 millones, evitando así el riesgo de una quiebra inminente que habría agravado aún más la ya delicada situación del sector inmobiliario de la potencia asiática.
Según documentos presentados ante la Bolsa de Hong Kong, la empresa consiguió reestructurar una porción significativa de su deuda offshore no garantizada —incluyendo préstamos bancarios— mediante la suscripción de una nueva línea de crédito con múltiples tramos y vencimientos, el más próximo fijado para el 30 de junio de 2028.
Además, New World ha logrado equiparar las condiciones de préstamos previos con los de esta nueva refinanciación, lo que le permite consolidar compromisos bajo un esquema financiero más estable.
El préstamo, según análisis de Europa Press, incluye garantías sobre activos estratégicos del grupo, un compromiso clave para generar confianza entre los acreedores. De no haberse alcanzado este acuerdo unánime antes del 30 de junio, se habrían activado cláusulas de vencimiento anticipado, cancelando los compromisos bancarios y liberando los avales comprometidos, lo que habría precipitado un default.
El caso de New World es el más reciente episodio en la prolongada crisis del sector inmobiliario de China, que en su mejor momento llegó a representar cerca del 30% del PIB del país (si se considera toda la cadena de valor).
La debacle comenzó en 2021 con la insolvencia de Evergrande, la promotora más endeudada del mundo, y se agravó en 2023 con el impago de Country Garden, otra de las mayores constructoras chinas. Ambas compañías enfrentan procesos de liquidación o reestructuración, lo cual ha dejado tras de sí proyectos inconclusos, pérdidas para inversionistas y miles de compradores en la incertidumbre.
A diferencia de estos casos, New World ha logrado mantenerse operativa, cumpliendo los requisitos del regulador bursátil hongkonés, incluyendo la presentación de sus estados financieros atrasados y demostrando solvencia para seguir desarrollando sus proyectos. Esto le permitió también retomar la cotización de sus acciones en enero de este año, tras un período de suspensión.
El gobierno chino ha intentado frenar el deterioro del sector con diversos paquetes de estímulo. En septiembre pasado, por ejemplo, se anunció un conjunto de medidas que incluyó exenciones fiscales, incentivos para la compra de primera vivienda y subsidios dirigidos a los jóvenes. Sin embargo, el impacto de estas políticas ha sido limitado.
La confianza de los compradores continúa debilitada por la caída sostenida de los precios de las propiedades, sumada a una expectativa negativa en torno al crecimiento económico.
A esto se suma la disminución demográfica del país, que proyecta una demanda muy inferior a la registrada durante el boom inmobiliario de 2017. Según estimaciones recientes de Goldman Sachs, la demanda en las grandes ciudades chinas no superará las 5 millones de nuevas viviendas anuales en los próximos cinco años, muy lejos de los 20 millones que se construían en la época dorada del sector.
El caso de New World es considerado una señal alentadora, pero insuficiente para revertir el panorama general. “Este tipo de acuerdos evitan colapsos individuales, pero no solucionan los problemas estructurales del sector: sobreoferta, deuda excesiva y caída de la demanda”, advierten analistas financieros.