
Por: Cristián Martínez, fundador de Crece Inmobiliario, Ingeniero Comercial, Magister en Administración de Empresas de IEDE y Máster de Administración de Empresas en la Universidad de LLeida
Estamos muy cerca del 2024 y ad portas de este nuevo año, las proyecciones parecen ser que lo que viene tendrá similitudes de lo que ha sido este 2023. Una vez más, la agenda política será un elemento relevante y marcará lo que ocurra en materia de inversión.
Desde el punto de vista económico, las proyecciones preliminares anticipan tiempos difíciles. Se avecina un escenario con un crecimiento estancado o, peor aún, decreciente. La inflación, aunque estable, no alcanza a ser un medidor tan favorable, considerando las tasas de desempleo elevadas y que han encumbrado el empleo informal.
Estamos en un punto crítico, donde la incertidumbre se convierte en el mayor obstáculo para el crecimiento. Frente a esto, la estabilidad política se vuelve imperativa para otorgar confianza a los inversionistas. Lamentablemente, la inseguridad y la creciente ola delictiva perjudican estos esfuerzos, sumado a una migración descontrolada y que aumenta las preocupaciones de seguridad.
En este escenario, los flujos de inversión se estancan y, si bien, podría mantenerse similar a este 2023, esto no es sostenible para Chile. Es crucial el poder brindar certezas para atraer nuevas fuentes de inversión, para dar pasos seguros hacia la recuperación económica de antaño.
El próximo año será desafiante para los chilenos. Sin embargo, para aquellos capaces de invertir en propiedades o realizar inversiones inmobiliarias individuales, se abre una ventana de oportunidad en medio de la incertidumbre. El encarecimiento de las materias primas y otros factores contribuyen a este panorama alcista, así como también las restricciones por parte de la banca.
La mejor forma de definir lo que viene es como un escenario de tensa calma, en el cual las autoridades deben asumir un papel determinante. Para ello, se deben establecer reglas claras para el juego político y dar cierre a la incertidumbre en materia constitucional, por ejemplo. Tanto si se aprueba como si se rechaza el nuevo proyecto, la idea es que no se abran nuevos flancos para esta discusión, ya que no es atractiva para el mundo de la inversión.
Si logramos lo anterior, hay que poner foco en el retorno de inversiones chilenas desde el exterior, lo que debe ser un imperativo. Generar incentivos para repatriar capitales y reactivar proyectos es esencial para impulsar el desarrollo interno.
Además, atraer inversores extranjeros exige un ambiente de rentabilidad y seguridad. La transparencia en la lucha contra la delincuencia y la corrupción debe ser prioritaria. Ejemplos como el caso convenios son un llamado a la dureza y transparencia necesaria para recuperar la confianza perdida en nuestras instituciones.
Confianza y gestión son los pilares sobre los cuales se debe edificar el camino hacia un 2024 más prometedor. Mejorar la gestión y restablecer la confianza, corrigiendo los errores que se han cometido, puede sentar las bases para un futuro más próspero. Los desafíos son inmensos, pero no insuperables si se actúa con determinación y responsabilidad.
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