
Por: Cristián Lecaros, CEO de Inversión Fácil.
La banca ha comenzado a restringir los créditos a las constructoras e inmobiliarias y la raíz de esta decisión, es más profunda de lo que aparenta. Nos encontramos en una encrucijada donde las consecuencias de la pandemia y el estallido social, han dejado una marca indeleble en la economía. Las incertidumbres económicas y los temores a cambios constituyentes, han frenado la compra de propiedades y la inversión, generando una crisis en la demanda.
Pero la vicisitud no se detiene ahí. El crecimiento de los salarios reales ha sido prácticamente nulo en los últimos años, mientras que el precio de la UF, y por ende el valor real de los bienes raíces, ha aumentado significativamente.
Este fenómeno está en gran medida relacionado con las ayudas económicas, como los retiros de fondos previsionales y los apoyos sociales implementados durante la pandemia, que dispararon la inflación a niveles de dos dígitos. Nos enfrentamos a una economía que apenas crece a un ritmo basal del 2%, una señal inequívoca de estancamiento económico.
Los bancos no son ajenos a esta realidad. Ven cómo los salarios no crecen y la generación de empleo se mantiene principalmente, gracias al empleo informal y al aumento del empleo gubernamental, lo que ha mantenido baja la tasa de desempleo de manera artificial. Esta combinación de factores hace que los números macroeconómicos sean desalentadores.
Con una menor velocidad en la venta de propiedades y un entorno económico frágil, los bancos se vuelven más cautelosos a la hora de financiar nuevos proyectos inmobiliarios. La renovación de líneas de financiamiento se vuelve más costosa debido al aumento del riesgo percibido, lo que afecta directamente a las constructoras e inmobiliarias.
Este estrangulamiento del crédito es un golpe duro para el ecosistema inmobiliario, donde los principales actores dependen de estas líneas de financiamiento para la construcción y el capital de trabajo. ¿La consecuencia?: una mayor restricción en el acceso al crédito, un factor que se siente en el pulso de la demanda.
Las constructoras e inmobiliarias, los principales solicitantes de crédito para proyectos de construcción, navegan en un mar de incertidumbres económicas y financieras, por lo que la esperanza reside en la implementación de políticas económicas que fomenten el crecimiento sostenible y la estabilidad, creando un entorno más favorable para la inversión y el desarrollo inmobiliario, pero esto ¿cuánto tardará?…