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25 marzo, 2024 /

Empujar una reconstrucción inteligente

Por: Carmen Paz Muñoz, Directora de Ingeniería en Construcción de la Universidad Andrés Bello; Mg. en Dirección y administración de proyectos inmobiliarios; y especialista en tecnología del hormigón.

11 mil damnificados en la Región de Valparaíso por los mega incendios, equivalente a poco menos de 4 mil viviendas que deberán ser reconstruidas. Más que rapidez, este trabajo requiere eficiencia y una reconstrucción inteligente.

Ya pasada la emergencia y los plazos razonables, se debe reevaluar la planificación urbana, erradicar la construcción irregular y los campamentos, y proponer soluciones integrales que incluyan vivienda, barrios y servicios, bajo cumplimiento de normas urbanísticas y opciones de ampliación para que las familias tengan un nuevo comienzo.

Para una reconstrucción inteligente, es fundamental abandonar la perspectiva tradicional de construir viviendas de emergencia. Las estructuras temporales deben ser revisadas en profundidad, ya que suelen ser percibidas como de baja calidad, con escasa aislación y propensas al hacinamiento, menoscabando la dignidad de las familias afectadas.

Es importante una mirada integral que considere viviendas con soluciones núcleo, preferiblemente prefabricadas, que ofrezcan funcionalidad inicial y permitan ampliaciones regulares posteriores. Estas viviendas deben ser adaptables a diferentes tipos de familia en cuanto a tamaño y necesidades particulares, y deben garantizar servicios básicos como agua potable, alcantarillado, electricidad, y una adecuada aislación térmica.

La producción en fábrica con montaje rápido en terreno proporcionaría una respuesta definitiva e inicio digno que necesitan los damnificados, y junto con esto a repensar el urbanismo, creando barrios más seguros y estableciendo cuadrantes cortafuegos que permitan aislar por bloques en caso de emergencia, garantizando así zonas seguras, podríamos obtener la solución adecuada.

Por supuesto que también se debe implementar y socializar un plan de emergencia que evite las numerosas pérdidas de vidas que tristemente contabilizamos en este evento. Es una obligación moral que las víctimas de esta tragedia no se conviertan en estadísticas; hay que trabajar para evitar futuras catástrofes de manera integral y coordinada.

Se requiere educar a la población sobre evacuación, autoconstrucción y cuidado del entorno, factores que pueden influir en la propagación del fuego. Iniciativas como convenios con universidades, van en la dirección correcta para asesorar a las familias y evitar una autoconstrucción no regulada.

Es de esperar que nuestras autoridades puedan llevar a cabo una reconstrucción exitosa, sin periodos de “aprendizaje” prolongados. Los afectados merecen que seamos efectivos y eficaces, no sólo empáticos con su realidad. Las ayudas definitivas se han demorado más de lo aceptable, la tecnología de la construcción está bastante avanzada como para ofrecer una solución inteligente.

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