Por: Uwe Rohwedder, Director de Arquitectura U. Central y miembro del CPI
Los efectos del cambio climático siguen golpeando a las ciudades, tal como se abordó en la Conferencia de las Partes (COP 28) realizada en Dubai en 2023. Por ello, resulta cada vez más urgente incluir infraestructuras “verdes”, tomar acciones concretas ante la escasez hídrica y generar obras que preparen a las urbes ante desastres producidos por la triple crisis: del clima, la pérdida de biodiversidad y la contaminación.
Miremos algunos ejemplos a seguir. Aumentar la superficie de áreas verdes como parques, jardines o plazas dentro de la ciudad, puede integrarse al tejido urbano de muchas maneras. Las acciones que van desde la plantación de árboles en los espacios públicos hasta la implementación de techos verdes y las paredes verticales, contribuyen a brindar comodidad térmica.
Las ciudades amigables, también, deben considerar ser caminables y transitables, todo en miras de no ser dependientes del automóvil. Es entender la “ciudad de 15” minutos, con el objetivo de satisfacer las necesidades de una vida sostenible, más justa y saludable, a una distancia próxima.
Si bien es necesario tener zonas con mayor densidad en las urbes, hay que acercar los servicios a las comunidades: ello puede reducir el impacto per cápita al compartir más infraestructura. El concepto de proximidad está ligado al barrio, a la vida urbana y la calle a un tejido asociativo en contraposición a crear suburbios. La sustentabilidad también va de la mano con el fomento a la electromovilidad en todos los modos: buses, teleféricos y más red de metro.
Ante el alza de temperaturas sostenidas (y con ello, fenómenos como incendios), la adaptabilidad de la infraestructura es clave, principalmente, para quiénes viven en áreas urbanas que se transforman en “islas de calor”. El uso de materiales innovadores que aprovechan la pintura blanca para reflejar el calor en periodos de bajas temperaturas y pavimentos para enfriar los espacios, son sistemas que se deberían considerar a la hora de construir.
A esto se suma, por ejemplo, la sustitución del aire acondicionado por sistemas de refrigeración pasivos en los inmuebles, como también la implementación de normas específicas que permitan reciclar parte del agua en los consumos domésticos.
En paralelo, en nuestro país persiste la crisis hídrica. Por eso, se deben introducir elementos de agua como fuentes y rociadores en los espacios públicos, mejorando la habitabilidad general. Surge así la posibilidad de revisar los grandes proyectos pendientes como el Eje Alameda, Tobalaba e incluso un “Mapocho navegable”, con la posibilidad de instalar piscinas flotantes como se ha hecho por ejemplo en el río Sena, en París.
Los planos reguladores, instrumentos de planificación y políticas habitacionales requieren de miradas cada vez más integradas y con participación de distintas disciplinas, partiendo por aquellos que diseñan que tengan como objetivo que la comunidad se encuentre. La idea es que logremos convivir en ciudades más sustentables.
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