Es evidente que las temperaturas han ido aumentando de la mano del calentamiento global, y que esto ha ido mermando la calidad de vida en las urbes de nuestro país. Estamos frente a un enemigo que no es capaz de declararnos la guerra pero que ya la tiene desatada, puesto que las ciudades tendrán que asumir que el calor va a ir in crescendo, y que este, no se sufre de igual manera en todas las comunas, puesto que está directamente vinculado a la planificación urbana.
Y es que hoy en día, el desafío transversal que debemos enfrentar es el cambio climático, el cuál afecta directamente en lo cotidiano a todos sus habitantes, pero en distinta medida cuando hablamos de las “islas de calor”, las que se refieren a áreas en ciudades urbanizadas donde las altas temperaturas se viven más dramáticamente que en las otras zonas dentro de la misma urbe, especialmente cuando cae la noche.
Esto se debe a las alteraciones climáticas causadas por la urbanización, donde todos los factores influyen, porque no en todas las comunas se construye de igual forma, y los materiales que sí son utilizados democráticamente elegidos como el pavimentación convencional, son focos que intervienen en el aumento de las temperaturas, alcanzando incluso a máximas en verano de hasta 65°C, subiendo también, el calor del aire que hay sobre estos.
De esta forma, tanto la falta de áreas verdes, como la vehemencia del tráfico vehicular y la morfología, densidad y altura de los edificios, son factores que cumplen un papel protagónico en la capacidad de amortiguar las altas temperaturas, así como los materiales de construcción, influyen directamente como ya lo vimos, en la retención y aumento del calor.
Dado lo anterior, se puede comprender que es urgente implementar estrategias de mitigación que reduzcan el efecto de estas “islas de calor”, y la única forma, es estableciendo la planificación urbana como la herramienta más temprana y fundamental para contrarrestar la acción climática de la ciudad, además de incorporar a la legislación sectorial pertinente el transporte, los edificios nuevos y existentes.
Esto se debe proponer desde un foco a escala barrial, para que se logre desarrollar estrategias enfocadas en las necesidades territoriales y la eficiencia hídrica. Quizás por lo mismo, la participación comunitaria sería el táctico para que los habitantes tomen conciencia de la importancia del cuidado del medio ambiente y se empoderen de sus espacios de encuentro, si estos logran ser confortable para estar y compartir en ellos.
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