La modificación a la ordenanza, cuya aplicación o incorporación es a los proyectos nuevos, es de carácter voluntario. Desde el Minvu señalan dar mejores condiciones normativas para que se generen más techos verdes.
Por: Renato Herrera Lagos
Producto de la sequía y las políticas de seguridad, las comunas a la fecha han tenido un masivo cercenamiento de las áreas verdes. Recientemente el Informe de Calidad de Vida de la UC en colaboración con CChC, reveló que uno de cada dos chilenos vive en comunas con baja o media calidad de vida, considerando las áreas verdes como un factor relevante.
A todas luces un grave problema que se manifiesta por las alzas de la población urbana que lleva al sector a optimizar los espacios, olvidando el equilibrio medioambiental. Sin embargo, no todo el panorama es negro, ya que en Santiago existen algunas iniciativas que están reutilizando estos espacios. De hecho, desde el Gobierno, apuntan a potenciar lo que se inició en el período anterior a cargo del ex ministro de Vivienda y Urbanismo, Cristián Monckeberg.
Para Martín Andrade, Director Ejecutivo de Corporación Ciudades, la mirada del rubro inmobiliario respecto a la cantidad de áreas verdes en sus proyectos, dada la crisis ambiental y la escasez de áreas verdes que nos encontramos en nuestro país la mirada debe ser muy amplia y con un gran sentido de responsabilidad.
“No podemos seguir ejecutando proyectos con cualquier tipo de paisajismo, sino que debemos privilegiar aquellas especies más resilientes al cambio climático. Debemos además, fomentar la incorporación de árboles y de vegetación que pueda revertir la escasa cobertura vegetal y, con ello, las islas de calor en nuestras ciudades. Cada proyecto debe ser visto como una oportunidad de educar y de maximizar los beneficios ambientales de las áreas verdes tanto para sus residentes como también para la ciudad”, señala.
Gracias al uso de estas nuevas azoteas, este cambio permitirá entre otras medidas, darle utilidad al 100% de la azotea de los edificios nuevos. Considera que un máximo del 25% de la azotea se destine a construcciones abiertas con cubiertas livianas, como quinchos y construcciones cerradas como baños.
El 75% restante a terrazas, vegetación o paneles solares, entre otros elementos. Hasta ahora, solo un 20% de este espacio se podía destinar a algún tipo de equipamiento exterior y propio de la parte superior de los edificios.
Respecto a si los techos verdes son la alternativa respecto a paliar el déficit de “verde” que tiene nuestra ciudad, Martin Andrade comenta que frente a las recomendaciones del Consejo Nacional de Desarrollo Urbano y organismos internacionales, los techos verdes más que una alternativa al déficit verde de la ciudad, son una oportunidad para enfrentar los efectos del cambio climático y calentamiento global, tales como las islas de calor a la que están expuestas nuestros centros urbanos, donde recordemos viven 9 de cada 10 personas en Chile.
“En esa línea si bien estamos al debe en materia legislativa, se pueden ver ya algunos esfuerzos para promover la implementación de techos verdes. Por ejemplo, en 2019 se modificó la OGUC para permitir el uso del 100% de las azoteas para el desarrollo de diversos tipos de proyectos, facilitando de un 75% del espacio para ser usado para terrazas, vegetación, jardineras o paneles solares, mientras un 25% para otros usos. Anteriormente, solo un 20% podría ser utilizado, lo que significaba que el 80% de este espacio quedaba en desuso”, indica.
En relación a la presencia de áreas verdes en espacios construidos, este año la Corporación Ciudades realizó el estudio de cobertura vegetal que arrojó que en promedio el 26,8% del continuo de construcciones urbanas está cubierto por vegetación en el país. De hecho, el área metropolitana del Gran Santiago está bajo esta media con un 22,3% y, donde vemos, claras diferencias entre algunas de sus comunas, por ejemplo, los niveles más altos de cobertura vegetal en este sentido lo tienen Lo Barnechea (67,7%), Vitacura (59,8%), La Reina (55,6%) y Las Condes (54,9%), mientras aquellas comunas con menor índice son las de San Ramón y Lo Espejo (4,1%), San Joaquín (4,8%) y Pedro Aguirre Cerda (5%).
Por último, es importante considerar que el déficit habitacional es la principal urgencia, lo cual no quiere decir que dejemos de mirar otras problemáticas como el cambio climático y la forma en que mejoramos la calidad de vida, de forma tal de proveer de espacios públicos y áreas verdes, como parques urbanos y plazas, además de la implementación de techos y muros verdes que ayuden sobre todo a mitigar el calor en las urbes.
Es un momento clave para repensar nuestras ciudades, conformando no tan solo viviendas, sino también, barrios con buena dotación de áreas verdes que se adapten a este nuevo escenario climático.
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