Por: Jaime Silva G., Gerente General de CFL Inmobiliaria
Esta vez nos vamos a ir hacia atrás un par de años. Vamos a volver a recordar la pandemia, un evento histórico que lo cambió todo. No solo la forma en que trabajamos o nos relacionamos, sino también la manera en que habitamos.
Durante meses, compartir el mismo espacio 24/7 nos obligó a observar con nuevos ojos nuestras casas y departamentos. Aprendimos que no basta con que cada persona tenga su propio dormitorio; necesitamos espacios comunes acogedores, bien pensados e integrados. Lo vivimos de cerca, las cocinas se transformaron en oficinas, los livings en salas de clases, y las terrazas en pequeños refugios de aire fresco.
Eso hizo que volviéramos a valorar lugares que antes pasaban desapercibidos: áreas verdes, patios privados, salas multiuso. Hoy, elementos como la conectividad, la seguridad y la amplitud ya no son un plus, son lo mínimo esperado. La distribución de los espacios se volvió clave, especialmente cuando los metros cuadrados son limitados. Por esta razón es fundamental que comencemos a transformar el diseño de los proyectos pensando en cubrir las nuevas necesidades y entender el nuevo formato de familia que se ha instalado.
Pero esto no es simple, claramente plantea desafíos. Hoy la categoría debe estar en permanente evolución, escuchando al cliente, entendiendo qué lo motiva, qué lo emociona. No se trata solo de vender propiedades, sino de ayudar a construir historias de vida. Sabemos que el precio es un factor decisivo, pero también entendemos el componente emocional que hay detrás de la compra de una vivienda y ahí está el primer desafío; lograr conectar con ese sueño, con ese anhelo de tener algo propio, sin descuidar la calidad y el respaldo de la experiencia.
La tecnología y la sustentabilidad también juegan un rol cada vez más importante, por lo que se requiere incorporar temas en la edificación que de ser innovadores, ahora son el desde en un proyecto; como la eficiencia energética y las soluciones para la electromovilidad. Todo esto, siempre con un enfoque práctico e innovador, pero con mesura. Demasiada tecnología sin cultura ni contexto puede terminar generando frustraciones para los nuevos propietarios.
El objetivo es claro, y es encontrar que quienes habiten los espacios se sientan orgullosos de su elección. Que encuentren en su hogar un lugar para crecer, compartir y proyectarse. Que sientan que su inversión valió la pena y que detrás hay una empresa que los acompaña en cada etapa, desde la venta hasta la postventa. Porque construir una ciudad más humana también es entregar un servicio que esté a la altura de lo que las personas sueñan.
