
Por: Alejandra Lutfy Pérez / Ingeniera en Construcción / Magister en Ingeniería Industrial y sistemas / Presidenta Corporación Mujeres en Construcción-MUCC / Head Of Quality Management – Quality Control.
En pleno siglo XXI, las mujeres han demostrado con creces su capacidad y talento en el ámbito laboral. Sin embargo, contar con un entorno de trabajo justo y equitativo sigue siendo un desafío diario, especialmente en industrias altamente masculinizadas como la construcción y la minería en Chile.
La pregunta es: ¿los empleadores realmente comprenden lo que las mujeres buscan en un lugar de trabajo? En Chile las brechas de género enfrentan una serie de desafíos únicos. La errónea percepción de que las mujeres son menos capaces que los hombres, ha creado barreras significativas.
A pesar de los avances logrados por agrupaciones de mujeres, la paridad de género en el ámbito laboral parece distante. Un análisis del organismo de la ONU encargado del empoderamiento de la mujer, estima que se necesitarán hasta 286 años para cerrar las brechas en materia de protección legal y 140 años para lograr la representación equitativa en puestos de poder y liderazgo en el lugar de trabajo.
Uno de los aspectos más valorados por las mujeres en el trabajo es la conciliación entre la vida laboral y personal, en cambio, los hombres suelen priorizar mayores ingresos. En la industria de la construcción y la minería, donde las jornadas laborales son extensas y las condiciones de trabajo pueden ser extremas, esta conciliación es aún más crucial.
La discriminación en áreas como ciencia, ingeniería y matemáticas, es otro obstáculo significativo. Aunque tienen las cualidades y el interés necesarios, las mujeres enfrentan barreras que limitan su participación. Solo el 30% de los investigadores científicos en América Latina y el Caribe son mujeres, según la UNESCO.
Esta baja representación no solo limita su desarrollo profesional, sino que también, priva a estos campos de la diversidad y creatividad que las mujeres pueden aportar. En la construcción la situación es aún más crítica, con una presencia femenina mínima en roles técnicos y gerenciales.
La inequidad salarial es otro tema recurrente y preocupante. A pesar de realizar las mismas tareas, las mujeres ganan en promedio un 20% menos que los hombres, según la OIT. Este hecho genera una sensación de injusticia y desvaloriza su contribución profesional. Las mujeres no buscan únicamente ganar más dinero, sino que buscan ser reconocidas y valoradas equitativamente.
Las empresas que desean atraer y retener talento femenino, deben implementar protocolos que aseguren un entorno de trabajo seguro y respetuoso. La violencia de género en el ámbito laboral tiene un impacto negativo en el bienestar y eficacia de las trabajadoras. Un ambiente inclusivo, igualitario y diverso es crucial. Las empresas deben adoptar políticas de contratación inclusivas y eliminar sesgos inconscientes para fomentar una cultura laboral equitativa.
En una industria tan tradicionalmente masculina como la construcción, hacer estos cambios es fundamental para lograr la equidad de género, llegar al progreso y conseguir la innovación del sector. El género no condiciona el talento. Las mujeres han demostrado una y otra vez su capacidad para asumir retos laborales y contribuir de manera significativa a sus organizaciones. La verdadera pregunta es: ¿Están las empresas constructoras dispuestas a adaptarse para crear un entorno de trabajo que realmente valore y respete a sus trabajadoras?.