De cara al Plan que presentó el Gobierno para responder a la necesidad de reactivación económica, y que busca el Crecimiento y la Liquidez de las Empresas de Obras Públicas, donde la estrategia principal es adelantar recursos para la ejecución y agilizar la gestión de contratos, en el cual se entregará además, un adelanto de 20% del valor de las obras a las empresas para permitir levantar su proyecto con recursos del contrato, el cuestionamiento es básico: ¿y qué pasa con los privados?.
Si bien, efectivamente la reactivación económica del área pública puede ser un primer paso para impulsar el crecimiento y la recuperación, también es fundamental que se fomente el área privada para conseguir resultados. Esto incluye la implementación de políticas que incentiven la inversión, la creación de empleo, la innovación y el emprendimiento.
Además, es necesario crear un entorno propicio para el desarrollo de las empresas privadas, que incluya la reducción de la burocracia y la simplificación de trámites, la promoción de la competencia, el acceso a financiamiento y la formación de talento.
No olvidemos que la colaboración entre el sector público y el privado es fundamental para lograr una verdadera reactivación económica sostenible. Ambos sectores deben alinearse y trabajar juntos para identificar oportunidades, superar obstáculos y aunar esfuerzos para impulsar el crecimiento económico y la creación de empleo.
La construcción de obras públicas y privadas son dos ramas de la industria de la construcción que tienen diferencias significativas, pero que son absolutamente complementarias y deben retroalimentarse para poder abastecer todas las necesidades actuales de la sociedad.
Por ejemplo, la Obra pública es financiada y supervisada por entidades gubernamentales como municipios, donde los fondos provienen de impuestos, tasas y presupuestos asignados; en cambio, la Obra privada es financiada por empresas o particulares que asumen la responsabilidad total de los costos de construcción.
Respecto a los propósitos, la obra pública tiene como objetivo principal satisfacer las necesidades de infraestructura pública, como carreteras, puentes, escuelas, hospitales y parques; por su parte la Obra privada se mueve para construir bienes inmuebles comerciales, industriales o residenciales para su uso y/o venta.
En cuánto al impacto social, la Obra pública contribuye al desarrollo y bienestar de la comunidad, proporcionando infraestructura y servicios públicos necesarios; y la Obra privada contribuye al crecimiento económico y empresarial, generando empleo y activos inmobiliarios para uso comercial y/o residencial.
En resumen, la construcción de obras públicas y privadas difiere en términos de financiamiento, propósito, gestión y en el impacto social, empero, ambas son igual de importantes para el desarrollo y el crecimiento de las comunidades, por lo que las medidas recién anunciadas por el MOP, están lejos de proteger los territorios y reactivar la economía nacional.
