
Por: Francisco Urrutia, Gerente general de BBL.
La posibilidad de construir en una parcela de agrado en el sur de Chile se ha convertido en una opción atractiva para quienes buscan mayor bienestar y conexión con la naturaleza. No obstante, esta tendencia también exige un cambio de mentalidad. Invertir en un terreno no puede traducirse en intervenir sin criterio alguno en zonas donde la biodiversidad y los recursos naturales están en juego.
Muchas personas han llegado a estos espacios rurales buscando tranquilidad, precios más accesibles y la opción de construir por etapas. Sin embargo, el desconocimiento sobre cómo habitar correctamente estos territorios puede generar consecuencias ambientales irreversibles. Por eso, antes de instalar una vivienda en una parcela, es fundamental entender que se está ingresando a un entorno natural que debe ser respetado.
Planificar la construcción para que tenga el menor impacto posible en la flora local, evitar la tala de árboles innecesaria y respetar la morfología del terreno son acciones básicas, pero cruciales. Es igualmente clave optar por soluciones energéticas sostenibles, como la energía solar, que permite reducir la intervención sobre el paisaje y disminuir la huella ecológica. El reciclaje completo de los residuos generados en estos espacios también es una responsabilidad ineludible.
Además, es vital considerar las normativas urbanísticas y ambientales que rigen estas zonas, muchas veces desconocidas por quienes llegan desde entornos urbanos. Estas regulaciones no buscan limitar la libertad del propietario, sino garantizar que el desarrollo de nuevos proyectos sea compatible con la preservación de los ecosistemas locales.
Otro aspecto que no debe pasarse por alto es el rol de las comunidades. Cuando los nuevos habitantes se integran con respeto y compromiso, el beneficio puede ser mutuo. La llegada de más personas puede incentivar la urbanización planificada, el mejoramiento de servicios básicos y el fortalecimiento de redes locales, pero este proceso debe realizarse con empatía, criterio y, sobre todo, con conciencia ambiental.
Habitar el sur de Chile no es solo un acto de inversión. Es una decisión que debe estar acompañada por la responsabilidad de proteger y conservar un entorno que nos acoge. Vivir en la naturaleza requiere más que admirarla: implica cuidar de ella con acciones concretas y sostenibles.