Por: Pabla Ortúzar, vicepresidenta del Consejo de Construcción Industrializada (CCI).
El déficit habitacional que enfrenta nuestro país exige respuestas innovadoras, eficientes y de calidad. En ese contexto, la construcción industrializada no sólo ofrece una alternativa viable: representa, además, una oportunidad histórica para transformar la manera en que diseñamos y construimos viviendas en Chile.
Una reciente radiografía elaborada por el Consejo de Construcción Industrializada (CCI) muestra que un 63% de las empresas que participan del Plan de Emergencia Habitacional son socias de nuestro Consejo. Esto no es casualidad. La industrialización es la herramienta que permite avanzar con mayor rapidez, menor impacto ambiental y mejor calidad hacia la meta de entregar más y mejores viviendas.
El sondeo reveló cifras alentadoras: 14 empresas industrializadoras en Chile tienen hoy una capacidad instalada superior a 100.000 m² de muros al mes, lo que podría traducirse en la producción de más de 1.000 viviendas mensuales. Además, estas empresas ya implementan tecnologías avanzadas como BIM, automatización, modelado estructural y apuestan de manera decidida por la construcción sostenible, incorporando materiales reciclables, aislaciones renovables y prácticas de economía circular.
Sin embargo, no podemos ignorar los desafíos que persisten: falta de normativas específicas, necesidad de integración temprana en los proyectos, rigideces administrativas y el reto cultural de incorporar nuevos paradigmas de construcción. Todo esto, en un contexto de presión por costos y una crisis inmobiliaria que complejiza aún más el escenario.
A pesar de ello, el ánimo del sector industrializado es claro: producir entre 500 y 3.500 viviendas anuales, ampliar la capacidad de montaje y consolidarse como un socio estratégico para el desarrollo de proyectos habitacionales en Chile.
Desde el CCI, reafirmamos nuestra convicción de que el ecosistema industrializado está preparado para responder a esta demanda social urgente. Pero para liberar todo su potencial, es indispensable fortalecer la coordinación público-privada, eliminar trabas administrativas y fomentar activamente la adopción tecnológica en la vivienda social.
La industrialización ya no es una promesa de futuro. Es una realidad que debemos potenciar hoy. Chile necesita viviendas dignas, sostenibles y de calidad. Y nosotros, como sector, estamos listos para construirlas.
