Por: Ignacio del Río, CEO de Legria.
El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos no es solo un cambio político, es una señal de alerta para un mundo que ya enfrenta serios desafíos económicos. Su política proteccionista, con alzas de aranceles y restricciones al comercio internacional, podría acelerar un proceso de desglobalización que amenaza con profundizar aún más la inflación y mantener las tasas de interés elevadas por un largo tiempo.
La inflación y las tasas altas no son una novedad: ya llevan más de dos años impactando a familias, empresas y sectores clave, como el inmobiliario. En Chile, lo hemos sentido de cerca con el encarecimiento de los créditos hipotecarios, la reducción en la venta de viviendas y el freno en nuevos desarrollos, aunque el verdadero problema, es que este escenario no muestra señales de revertirse en el corto plazo.
Mientras las tensiones globales continúen y las políticas proteccionistas se profundicen, el acceso al financiamiento seguirá siendo difícil y los márgenes de rentabilidad, más estrechos.
El sector inmobiliario ha funcionado durante décadas bajo supuestos tradicionales como las grandes inversiones iniciales, largos periodos de inversión y la confianza en un retorno de bajo riesgo. Pero este modelo ya no es suficiente, cuando las condiciones de financiamiento cambian drásticamente, esperar que todo vuelva a la normalidad es un riesgo. Hoy, quienes lideren el mercado serán los que sepan adaptarse.
Y esa adaptación pasa por entender que la inversión inmobiliaria sigue siendo un buen refugio, pero que debemos repensar cómo accedemos a ella. Los bienes raíces han demostrado históricamente ser resistentes a la inflación y para aprovechar ese beneficio, es necesario buscar la manera de acceder a grandes inversiones en un ambiente de crédito hipotecario restringido.
Entre ellos, el fraccionamiento de propiedades ha ganado terreno en los últimos años, especialmente cuando se trata de segundas viviendas. Este modelo permite acceder a propiedades de alto valor con una inversión inicial más baja, ya que también ofrece algo más: la posibilidad de disfrutar la inversión de forma tangible.
Lo que Trump nos está recordando es que las reglas de juego global han cambiado y no podemos esperar que los bancos centrales bajen rápidamente las tasas, o que la inflación desaparezca por arte de magia. La desglobalización ya no es una posibilidad remota, es una tendencia en desarrollo y esto no significa que debamos resignarnos, significa que debemos adelantarnos.
Quienes diversifiquen sus inversiones, apuesten por activos tangibles y adopten modelos de inversión innovadores estarán mejor preparados. La inversión inmobiliaria no es solo un refugio, es una oportunidad, y en un mundo donde la estabilidad económica es un bien escaso, esa oportunidad debe aprovecharse de forma inteligente, porque no se trata solo de proteger el capital, sino de vivir la inversión.
