
Por: Cristián Martínez, fundador de Crece Inmobiliario, Ingeniero Comercial, Magister en Administración de Empresas de IEDE y Master de Administración de Empresas en la Universidad de Lleida.
El centro de Santiago ha ido transformando su panorama inmobiliario, donde uno de los fenómenos que llaman la atención, es la baja sostenida de los arriendos de universitarios en la comuna capital, quienes han migrado desde el centro histórico hacia otras comunas, lo que representa un cambio paradigmático en el comportamiento del mercado de este tipo de arriendos.
Según reportan en medios de comunicación distintos corredores, hay una caída de hasta un 30% en los arriendos estudiantiles en el centro de Santiago, lo que no es menor. Este sería un indicador de transformaciones estructurales en las preferencias habitacionales de este segmento, lo que parece extraño si pensamos en la alta concentración de universidades en la zona, no obstante, esto no es más que otra muestra de la jerarquía de prioridades en la que la seguridad se ha posicionado por encima de la conveniencia geográfica.
Tradicionalmente, la cercanía a los centros de estudio era uno de los elementos predilectos por este tipo de arrendatarios, por sobre otros factores. Pero ahora, particularmente aquellos provenientes de regiones, están dispuestos a asumir mayores costos de arriendo y tiempos de traslado a cambio de entornos más seguros y una mejor calidad de vida.
Esta tendencia está reconfigurando el mapa de la demanda inmobiliaria, beneficiando a comunas como Providencia, Ñuñoa, Macul y La Florida, que ofrecen un equilibrio más atractivo entre seguridad y conectividad.
Desde el punto de vista de la inversión, este desplazamiento de la demanda está generando un efecto dominó en las valoraciones inmobiliarias. Mientras las propiedades en el centro experimentan presiones a la baja en sus precios de arriendo, las zonas que reciben a los estudiantes, están viendo una apreciación sostenida.
Este fenómeno no solo afecta a los pequeños departamentos, sino también a las tradicionales pensiones estudiantiles, que están perdiendo su atractivo histórico.
La vida universitaria moderna, donde los estudiantes puedan disfrutar de espacios urbanos que les permitan desarrollar una experiencia integral, con espacios seguros para el estudio, el esparcimiento y la socialización, es algo que debe recuperarse. El centro de Santiago, a pesar de su rica tradición universitaria, con barrios históricos que operan como polos con distintas casas de estudio, está fallando en proporcionar este entorno, principalmente por los crecientes desafíos en materia de seguridad.
Mirando al futuro, el centro de Santiago necesita una reinvención profunda que aborde no solo la seguridad, sino también la calidad del espacio público, la oferta cultural y las actividades de esparcimiento. Sin una intervención integral que recupere la vitalidad y seguridad del casco histórico, es probable que este fenómeno siga profundizándose, impulsando un nuevo ecosistema residencial universitario.
Cualquier estrategia de inversión, debe considerar que la recuperación del centro como polo residencial estudiantil dependerá de transformaciones urbanas significativas que, por su complejidad, requerirán tiempo y un compromiso de las autoridades locales.