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17 noviembre, 2024 /

Ciudades mayas: Las técnicas que explican su milenaria sobrevivencia en medio de la selva

El reciente descubrimiento de Valeriana, una urbe perdida al sur de México,  reflotó el interés por su arquitectura y albañilería. Y la opciones de aplicarlas en las construcciones modernas.

Por Leonardo Núñez

La arquitectura maya, civilización que dominó Mesoamérica a lo largo de dos milenios,  atestigua su indiscutible desarrollo en distintas áreas, como la escritura, el arte, sistemas de numeración, astronomía y matemáticas.

Por ello, el reciente descubrimiento de una nueva ciudad perdida en el sur de México mantiene a los investigadores expectantes por los tesoros culturales que podría contener este hallazgo. Ubicada en el estado de Campeche, la urbe fue bautizada como Valeriana, en honor a una laguna cercana de agua dulce.

Aunque por ahora no hay fotos oficiales, un estudio publicado en la revista Antiquity sostiene que “Valeriana tiene todas las características de una capital política maya clásica: plazas cerradas, pirámides, un juego de pelota, un embalse y una disposición arquitectónica que sugiere una fundación anterior al 150 D.C.”. Su descubrimiento fue posible gracias a tecnología en la que se utilizaron láseres, drones y mapas satelitales.

En su apogeo, la civilización maya llegó a tener más de 40 ciudades importantes, con un población de 5.000 a 50.000 mil habitantes.  Que sus principales estructuras hayan sobrevivido al paso del tiempo, a pesar de enfrentar lluvias tropicales, huracanes y el crecimiento de la selva, se lo debemos en gran parte a los arquitectos mayas y sus albañiles.

Éstos construían con piedra, la cual no se pudre como la madera. “Pero también eran especialmente buenos haciendo mortero para evitar que sus estructuras se desmoronaran y se convirtieran en montones de escombros. Los estudios han demostrado que los antiguos constructores mayas utilizaban una variedad de materiales naturales, como sangre, huevos y caucho natural obtenido de árboles locales, para preparar el mortero”, explica un artículo de la BBC.

Un análisis de 2018, que analizó el mortero extraído de las piedras de la pirámide principal del sitio arqueológico de Witzinah, cerca de Yucatán, encontró rastros de grasas saturadas típicas del caucho natural degradado. Se cree que los albañiles obtenían el caucho de árboles locales y lo usaban como aglutinante junto con una arcilla de grano fino para crear un mortero duradero para unir la piedra. También hay evidencia de que le añadían ceniza volcánica para reforzarlo.

Su expertise en la elaboración de  yeso de cal, que utilizaban para recubrir y proteger suelos, paredes interiores, unir piedras y cubrir y decorar la superficie de los edificios, es la otra clave de la durabilidad de sus estructuras. Para hacerlo más resistente, lo mezclaban con savia y jugo de corteza de árboles. La incorporación de material vegetal orgánico hace que el material sea más insoluble, lo que evita que se disuelva con la lluvia.

Es por esto que su técnica se sigue investigando ante la posibilidad de aplicarla en las construcciones actuales. “El hormigón armado que se encuentra en la mayoría de los edificios modernos es lo suficientemente fuerte como para sostener enormes rascacielos, pero no están construidos para durar. La vida útil de la mayoría de los edificios de hormigón armado con acero es de unos 50 a 100 años”, indica BBC Mundo.

Inspirarse en los conocimientos de los antiguos mayas podría ayudar a que estos materiales sean más duraderos y menos dañinos con el medioambiente, si se considera que el cemento es unos de los productos más contaminantes del planeta.

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