Para paliar el déficit habitacional se pueden considerar varias estrategias, además de las ya aplicadas que según los números no estarían siendo suficientes, entre estas, la recuperación de espacios abandonados debería considerarse como un eje fundamental.
Algunas de las fórmulas hablan de la rehabilitación de edificios abandonados para convertirlos en viviendas asequibles; la construcción de viviendas en terrenos baldíos urbanos o la creación de programas de vivienda social, para ayudar a las personas a encontrar y mantener viviendas dignas.
Para esta consigna hay varios subtemas que pueden ser claves, como por ejemplo, incorporar medidas específicas en el diseño de las mejoras para la mitigación y adaptación de los efectos por cambio climático, a través de estrategias de diseño que consideren las particularidades de cada región. Este tipo de inversión son inteligentes y costo-eficientes, ya que reducen la vulnerabilidad interconectada de las viviendas deficitarias.
Dentro del plan de recuperación, también se debe considerar la promoción de esquemas de inversiones, puesto que en general las obras en contextos de vulnerabilidad se encuentran, en su mayoría, en el marco de la informalidad. Por lo que, tanto la recaudación a través de impuestos y el retorno de las inversiones, se ven limitados e impiden la masificación de estas iniciativas.
El punto anterior es más complejo, puesto que la respuesta idónea sería promover esquemas de autoconstrucción asistida, donde la recaudación se garantice a partir de la formalización que permitan la adquisición de materiales esté a cargo de los beneficiarios, lo que requeriría una fuerte asociación entre público-privado, para desarrollar proyectos de vivienda asequible, proporcionar incentivos fiscales para la renovación de propiedades abandonadas, y promover la participación comunitaria en la revitalización de áreas desatendidas.
Otro punto incipiente, pero poderoso, es el desarrollo de herramientas que incorporan Inteligencia Artificial (IA) para la reducción de costos transaccionales, que logren aumentar el alcance territorial de un programa que permita reducir los tiempos eternos de implementación.
Además, es importante trabajar en la mejora de la planificación urbana y el desarrollo sostenible para garantizar que se construyan suficientes viviendas asequibles en áreas urbanas y rurales. También se puede considerar la creación de fondos especiales para la rehabilitación de espacios abandonados con el fin de facilitar el acceso a financiamiento para estas iniciativas.
Así, en base a la experiencia en gestión de proyectos a todos los niveles (local, regional y nacional), podemos considerar estas estrategias no sólo como deseables, sino también, necesarias para lograr abordar este déficit habitacional que pareciera estar lejos de poder revertirse. Cada una de las medidas amerita un tratamiento específico, pero vale la pena dejar abierto el debate para probar fórmulas nuevas y posiblemente más efectivas y eficientes, que las ya probadas.
