Por: Mario Anfruns B, arquitecto.
En un mundo cada vez más impulsado por la tecnología y las finanzas, la inversión en tierras ha emergido como una opción atractiva y, a menudo, pasada por alto. Mientras muchos buscan refugio en productos financieros tradicionales, como depósitos a plazo o fondos de inversión, la tierra ofrece un terreno sólido para aquellos que desean cosechar beneficios a largo plazo.
Entonces, examinemos cómo la inversión en tierras se compara y supera a las opciones bancarias convencionales, en muchos aspectos, ya que las inversiones bancarias están sujetas a las fluctuaciones del mercado y las tasas de interés, en cambio cuando se hace en tierras, estas presentan una estabilidad única. La tierra es un recurso finito y generalmente aumenta su valor a lo largo del tiempo.
Un ejemplo de lo anterior es en regiones como Aysén, donde se puede ver que su valor ha llegado a triplicarse en un año. Así, a medida que la demanda de tierras crece con la creciente población, los inversionistas disfrutan de un activo sólido y resistente a las variaciones del mercado.
Mientras las inversiones bancarias a menudo generan rendimientos modestos, la tierra puede proporcionar beneficios tangibles y multifacéticos. Ya sea a través de la agricultura, la ganadería o el desarrollo inmobiliario, la tierra permite a los inversionistas participar activamente en la creación de valor.
Hoy en día, la tierra en estado de conservación aumenta de valor no solo en su plusvalía, sino que, mediante otros sistemas como compensación de carbono. Además, el disfrute personal de la propiedad y la posibilidad de diversificar los usos de la tierra ofrecen una experiencia única que va más allá de los números en una cuenta bancaria.
Históricamente, la tierra ha demostrado ser resistente a las crisis económicas. Mientras que los mercados financieros pueden tambalearse, la necesidad constante de recursos agrícolas y espacios habitables, mantiene la demanda de tierras. Esta estabilidad relativa la convierte en un refugio seguro para aquellos que buscan proteger su capital durante periodos de incertidumbre económica a mediano y largo plazo.
La inversión en tierras no solo ofrece beneficios económicos, sino que también, puede tener un impacto positivo en el medio ambiente. La gestión sostenible de las tierras puede contribuir a la conservación de la biodiversidad, la captura de carbono y la promoción de prácticas agrícolas responsables.
En resumen, la inversión en tierras presenta una serie de ventajas sobre las opciones bancarias convencionales, pero la más importante es la rentabilidad debido a que un activo financiero podría llegar al 10% anual versus un activo en tierra podría llegar al 112% anual.
Al mismo tiempo, la estabilidad de los retornos tangibles, la resistencia a las crisis y el impacto ambiental positivo, hacen de la tierra una opción a considerar para aquellos que buscan no solo crecimiento financiero, sino también, una conexión más profunda con el mundo que los rodea.
