“¡Superamos las 100 mil viviendas terminadas del Plan de Emergencia Habitacional!”, aseguraba el Presidente Gabriel Boric en la entrega de llaves en el conjunto Los Clarines hace un mes, y esto a 2 años de su Gobierno, cuando comenzando en él se comprometía con el desafío de construir 260 mil viviendas dentro de sus cuatro años: ¿Llegaremos a la meta?…
Era marzo de 2022 y Chile supuestamente había cambiado, pero con él, también grandes desafíos se vislumbraban en aras de un nuevo Mandato que identificaba un déficit habitacional que llega a los 650 mil nuevas viviendas. Una cifra abismante si pensamos que la 1ra vez que se midió en 1996, alcanzaba las 564 mil, es decir, en 28 años la balanza no sacó números azules.
Es cierto que estos planes no pueden saldar las deudas históricas en en cuatro años, porque sabemos que no se amortiguan las malas políticas arrastradas de hace 26 en un sólo Gobierno, pero dado que fue el mismo Presidente Boric quién se aventuró con sueños ambiciosos, no se puede hacer vista gorda ante la palabra de quién fue electo democráticamente, menos cuando se trata de la calidad de vida de 650 mil familias, por lo que resulta natural hacer la trazabilidad de esta “misión imposible”.
“Para alcanzar lo imposible, hay que intentar lo absurdo”, dicen. Y es que cuando pensamos que hay muchas políticas que están amarradas a que este plan de Emergencia funcione o no, la verdad es que sí parece un absurdo crear promesas vacías y populistas.
Un claro ejemplo de esto son los incendios, los que evidentemente retrasan el plan de trabajo de cara a la Emergencia Habitacional: ¿se consideró esta realidad que se vive año tras año?. Bien lo advertía hace un año el Presidente de la CChC, quién contemplando este antecedente se inmoló al asegurar entonces, que se estaba haciendo un catastro nuevo y que este arrojaba que se superaba el millón de viviendas de necesidad.
Otros ejemplos clave para el éxito o no de la meta, es la proliferación de campamentos que están vinculados directamente al fenómeno de migración y que sabemos que aún no se logra establecer regulaciones sólidas para detenerlo; así como también, la falta de industrialización o la lentitud de ésta, para ejecutar y acelerar los procesos de construcción y entrega de viviendas en menos tiempo.
Y entre otros temas, igualmente de relevante, debemos destacar que como parte del engranaje, también está el término del beneficio tributario denominado Crédito Especial a las Empresas Constructoras (CEEC), que hace referencia a la eliminación progresiva para lograr hacerlo desaparecer de aquí a 4 años. Lo que evidentemente en su momento levantó alertas dentro del sector de la construcción, por el aumento de costos y por las alzas que hoy debemos asumir en los precios para viviendas, tras el término de la exención.
Hay mucho por lo cual inquietarse y dudar de que logremos saldar la deuda histórica con las viviendas sociales, muy por el contrario, se ve claramente la profundización del déficit habitacional en el país, por lo que las cuentas no calzan, pero seguiremos cruzando los dedos y creyendo que los nuestros sólo son miedos infundados.
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