La ciudad-Estado, cuya extensión apenas supera los 700 KM2, ha logrado satisfacer la alta demanda de hogares de sus 5,5 millones de habitantes, pero no sin polémicas.
Por Leonardo Núñez
En un mundo tensionado por la falta de acceso a la vivienda por diferentes problemáticas, Singapur es un ejemplo de lo mucho que se puede hacer en muy poco… espacio.
La superficie total de esta nación-Estado es de 719,9 km² y es habitada por 5,5 millones de personas. No es para nada sorpresa que la densidad de su población alcance apenas los 7.720 habitantes por km² (Chile tiene 26,57 hab/km2).
Sin embargo, ha encontrado soluciones para su demanda inmobiliaria, pero no sin polémicas. Sin complejos, hoy más del 70% del terreno del país ya está construido y ha desarrollado un sistema de vivienda muy particular, dónde el sector público tiene la plena iniciativa. Esto implica que más del 80% de los ciudadanos habitan viviendas promovidas por el régimen.
El diseño del actual modelo es atribuido al arquitecto Liu Thai Ker (86 años), quien, en el marco de una política pública, sustituyó los antiguos barrios miserables de pequeñas viviendas básicas por espaciosos rascacielos, caracterizados por la asequibilidad, la comunidad, la comodidad y la luz.
Por ello, se lo considera el arquitecto del Singapur moderno, ya que supervisó del desarrollo de aproximadamente la mitad de los más de 1 millón de departamentos que componen la vivienda pública en la pequeña y hoy próspera ciudad-estado. Muy diferente al Singapur que encontró cuando dejó Estados Unidos tras culminar sus estudios.
“En la década de 1960, la situación económica del país era radicalmente diferente. Era una de las ciudades más pobres del sudeste asiático, donde 3 de cada 4 residentes vivían en barrios marginales superpoblados y sucios, en casas destartaladas con paredes de hojalata”, recuerda un artículo de Clarín.
Tras regresar en 1969, Lui aceptó el trabajo como jefe de la unidad de diseño e investigación de la Junta de Vivienda y Desarrollo de Singapur. Con el objetivo de crear “nuevas ciudades” o centros urbanos planificados.
“Con un poco de investigación, decidió que el nuevo Singapur incluiría barrios altamente autosuficientes con escuelas, tiendas, puestos de comida al aire libre y parques infantiles”, añade el medio.
Otro objetivo era evitar el tipo de vivienda pública que había visto en Estados Unidos y Europa, donde los departamentos están uno frente al otro con un pasillo central con poca luz, creando lo que él llamó “una concentración de pobreza”.
Para descubrir cómo hacerlo, el arquitecto pidió a los sociólogos que estimaran cuántas familias deberían vivir juntas para maximizar las interacciones sociales. La respuesta era de seis a ocho, por lo que cada corredor compartiría de seis a ocho unidades; de esa manera, los vecinos podrían mezclarse.
El modelo fue un éxito. Hoy, la mayoría de singapurenses puede encontrar viviendas asequibles para comprar, mientras que el arriendo se reduce a los salarios más humildes. De hecho, más del 80% de la población reside en departamentos del Estado y la mayoría decide hacerse propietario (90%), con las ayudas recibidas por parte del Fondo Central de Previsión.
Este fondo obligatorio de ahorro supone que todos los salarios contribuyen con un 20% de sus ingresos mensuales a este fondo, mientras que las empresas aporta el 16%. Con ello, se consigue tasa de ahorro cercana al 36%. De este porcentaje, el 23% se puede usar para ir pagando la hipoteca de la vivienda.
Otra de las particularidades es la propiedad del suelo. Todo el suelo es de titularidad pública, y es el Estado el que decide cuánta vivienda se va a construir cada año, cuánta va a sacar el mercado y de qué tipo. Singapur también permite la concesión de licencias para levantar vivienda privada, pero el suelo sobre el que se construye siempre será de titularidad pública.
Para evitar la especulación inmobiliaria, las viviendas públicas están restringidas a los ciudadanos de Singapur, pero sí que pueden acudir al mercado privado a competir con los extranjeros.
El modelo, sin embargo, hoy está cuestionado, incluso por el propio Liu Thai Ker. Esto, porque algunos de los departamentos se están vendiendo a un precio que habría sido impensable no hace mucho años, por sobre el millón de dólares. “Me entristece ver eso, porque la vivienda pública debe ser igual a la asequibilidad”, dijo Liu Thai Ker.
La polémica por el alza de los precios, obligó a principio de año a la Junta de Vivienda y Desarrollo de Singapur a aclarar dudas. “El gobierno sigue comprometido a garantizar que la vivienda pública siga siendo asequible para los singapurenses”.
Los departamentos de millones de dólares vendidos en el mercado secundario, han dicho funcionarios del gobierno, representan una fracción minúscula del total de las transacciones. Sin embargo, las dudas persisten. Y se teme que a futura la onda alcista de las propiedades siga la tendencia mundial.