Por: Esteban Gonzalez, Director de Asesoría Estratégica.
Nunca antes habíamos enfrentado cuatro años consecutivos de adversidad tan marcada en el mercado inmobiliario. Los indicadores no son alentadores: tasas hipotecarias elevadas, créditos extremadamente conservadores que apenas alcanzan el 50% de lo solicitado, y una reticencia generalizada de familias e inversionistas a tomar decisiones de compra.
Este escenario ha generado un sobrestock de viviendas en oferta, que ya suma 113.000 unidades según la CChC, configurando un panorama de alto riesgo.
Paradójicamente, la caída de precios no ha reactivado las ventas. Los problemas estructurales del mercado no han recibido respuestas efectivas ni del sector privado ni del Gobierno. Aunque este ha manifestado su preocupación, sus medidas han sido insuficientes. Al final, la reconstrucción de la confianza recae en los propios ciudadanos y en el sistema financiero.
Los ciclos inmobiliarios siempre tocan fondo antes de crecer. La gran pregunta es si ya hemos llegado a ese punto. Algunos indicadores sugieren que podría ser así. Los últimos reportes de ventas muestran una leve recuperación y las bajas, aunque mínimas, en las tasas de interés son un incentivo para quienes evalúan costos hipotecarios.
Además, el próximo ciclo electoral podría actuar como un catalizador. Históricamente, el mercado inmobiliario ha demostrado estar influido por expectativas y factores emocionales, y un cambio de Gobierno suele energizar a los mercados.
Una de las primeras señales es la adquisición de activos subvalorados con miras a desarrollos futuros. Ya hemos observado transacciones relevantes, como compraventas de terrenos emblemáticos a precios atractivos, que auguran un nuevo ciclo para los próximos meses.
Este momento representa una oportunidad única para inversionistas audaces, con capital propio y dispuestos a tomar posiciones estratégicas en ubicaciones privilegiadas sin competencia inmediata. Este fenómeno es un claro indicio de que estamos al umbral de un nuevo ciclo.
El próximo periodo no será igual al anterior. La demanda tiene un perfil diferente, con exigencias normativas renovadas y una industria que avanza hacia la madurez y la sostenibilidad. Este contexto trae desafíos, pero también grandes oportunidades para quienes sepan adaptarse
