
Por: Claudia Petit, constructora civil, presidenta Colegio de Constructores, y fundadora MUCC (Mujeres en Construcción).
Cada año se elabora el estudio: la Mujer, la Empresa y el Derecho 1.0, realizado por el Banco Mundial y donde se miden varios factores, entre los que están la movilidad, el trabajo, la remuneración, el matrimonio y parentalidad, el empresariado, los activos y la jubilación.
Como novedad, el año pasado se agregaron tres pilares: El marco legal que mide las leyes; el marco de apoyo, para aplicar dichas leyes; y la opinión de expertos. Además, se agrego una medición 2.0 que incluye seguridad y salud.
En resumen, el estudio arrojó que Chile mantiene los 80 puntos de hace cuatro años, pues no hubo una modificación significativa que mejore la realidad en ninguno de estos aspectos.
Es más, con los nuevos factores el puntaje baja de los 80 puntos a 62,5, desglosado de la siguiente forma: Chile 80,0 “La mujer, la empresa y el derecho 1.0”; Chile 77,5 “La mujer, la empresa y el derecho 2.0” (seguridad y cuidado infantil); Chile 65,0 “La mujer, la empresa y el derecho 2.0 Marcos de apoyo”, y; Chile 62.5 “La mujer, la empresa y el derecho 2.0 opiniones de expertos”.
Por su parte, Perú marca 95, México y Bolivia 88,8, y Zimbabue 86,9. Solo para comparar con algunos países, pues en Europa y Canadá la mayoría tienen 100 puntos. No estamos bien. Seguimos reforzando con las redes y bastantes charlas en el mes de marzo, así como en la publicidad de las mismas empresas (algunas por convicción y otras solo por imagen), pero lo cierto es que si no aumentamos esa cifra, seguiremos estancados.
Es más, el castigo que genera para el desarrollo profesional de las mujeres la maternidad ha logrado bajísimos indicadores de natalidad, que traerá en breve tiempo, importantes consecuencias en nuestra sociedad.
Necesitamos cambios estructurales, legales y económicos. Cambios culturales significativos que deben, necesariamente, evaluar que es lo que se transmite en los medios, la música y los reality, solo por nombrar unos pocos productos que no hacen otra cosa sino incrementar la cosificación de la mujer que se internaliza en la gran masa social.
Necesitamos urgente una dosis enorme de empatía: ¿cuántos hombres se dan cuenta de estas diferencias?; ¿cuántos son capaces de alzar la voz para detener alguna acción injusta?. Los cambios no pueden recaer solamente en nuestro género.
Lo mismo respecto a la colaboración entre mujeres. Queda mucha tarea que se deben manifestar en más que charlas, es un trabajo trabajo mancomunado que debe multiplicarse en acciones reales y constantes.