Desde castillos embrujados a tours con magos y peleas medievales se pueden encontrar en nuestra región.
Por: Redacción EDI
Los castillos, símbolos imponentes de la Edad Media, siguen fascinando a personas de todas las edades en todo el mundo. Estas estructuras imponentes, construidas principalmente entre los siglos IX y XV, son testigos silenciosos de la historia, la arquitectura y la cultura de la época.
Con sus altas torres, gruesos muros y fosos profundos, los castillos fueron diseñados para proteger a los nobles y sus sirvientes de invasiones y ataques enemigos. Muchos de ellos han resistido el paso del tiempo y se mantienen en pie hasta el día de hoy, siendo visitados por millones de turistas cada año.
Además de su función defensiva, los castillos también eran centros de poder político y económico, albergando a la nobleza y sus cortes. Muchos de ellos también sirvieron como residencias lujosas, con salones decorados con tapices, muebles elaborados y jardines exuberantes.
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En la actualidad, los castillos continúan siendo una atracción turística popular en Europa y otros lugares del mundo, con muchos de ellos convertidos en museos o hoteles. Además, su presencia en películas, libros y obras de arte los ha convertido en íconos de la cultura popular.
A pesar de su antigüedad, los castillos siguen siendo un recordatorio impresionante del ingenio humano y su capacidad para construir estructuras duraderas y magníficas. Su legado perdura como un testimonio tangible de una era pasada que sigue cautivando a las generaciones actuales.
No hay que viajar a Europa para ver a un castillo. En Chile existen construcciones de este estilo y, aunque no daten de la época medieval, funcionan como testimonio del poder tenían ciertas familias ricas en los primeros años de independencia y hacia comienzos del 1900.
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Si bien los más conocidos están en Santiago, Valparaíso y Viña del Mar, cerca de Rancagua es posible conocer tres fortificaciones dignas de cualquier pueblo que aparecido en Game of Thrones.
Dos de ellas tienen un pasado estrechamente vinculado a familias de gran prosperidad económica, mientras que el otro calza mejor en la voluntad de su actual propietario de revivir la experiencia medieval del año 1200.
El primero es el Castillo de Agua Clara, ubicado en el sector de Placilla en la Sexta Región. Construido por Alejandro Caerols, músico y dueño del fundo, muchos lo apodan el “castillo escondido”, dada su aislada ubicación y por el hecho de que son pocos los turistas que han tenido la suerte de conocerlo.
Y es que su dueño ha optado por no darle difusión, más allá de unos esporádicos tours que organiza directamente con hoteles de la zona. En dichos tours, realizados de noche, los visitantes presencian al mago Merlín asomándose por uno de los torreones, y a peleas medievales realizadas por actores a la luz de una fogata y con música de gaitas de fondo.
No muy lejos de Agua Clara, en la comuna de Peralillo, se ubica el Castillo Lihueimo. Construido a comienzos del siglo XX por la familia Errázuriz, consta de veinte habitaciones y es la casa principal del fundo. Acercarse a tomar fotos es relativamente fácil.
El tercero es el Castillo Butrón, es el más conocido de los tres. Ubicado en el Barrio Centenario en Rancagua, y construido en el siglo XIX, son muchas las leyendas que rondan en torno a él. La más conocida es que la familia Butrón hizo un pacto con el Diablo para sacar adelante sus viñedos. Con dicha fortuna pudieron comprar el castillo en 1933.
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Se dice que en el torreón estaría encerrado el mismísimo señor Butrón, quien quedó deformado tras vender su alma al diablo e incapacitado para salir a la luz del sol. Otros afirman que es el mismísimo Diablo quien vive encadenado dentro del torreón.
En torno a los jardines, también se dice que se ven cosas extrañas de noche. Incluso hay quienes cuentan que, en una de las bodegas que rodean la casona, se guardan cadáveres en sacos. Estos cuerpos serían de quienes alguna vez osaron meterse en la propiedad sin permiso.
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