
Por: Jaime Silva, Gerente General de CFL Inmobiliaria; Ingeniero Civil y Magíster en Gestión y Dirección de Empresas, U. de Chile.
Para la clase media en Chile, acceder a una vivienda propia se ha convertido en un desafío cada vez más complejo. A pesar de destinar una parte significativa de sus ingresos al pago de arriendos, muchos se enfrentan a la paradoja de no poder reunir el 20% del pie necesario para poder financiar la compra de una propiedad.
Según datos recientes, un 40% de los hogares chilenos destinan más del 30% de sus ingresos al pago de arriendo o dividendo. Esta realidad pone de manifiesto la dificultad de ahorrar para el pie, especialmente cuando una proporción considerable del presupuesto familiar se destina al arriendo.
Esta paradoja refleja una desconexión entre la capacidad de pago mensual de las familias y los requisitos para acceder a financiamiento hipotecario. Muchas familias demuestran solvencia al pagar arriendos elevados, porque es real: todos necesitamos un techo donde vivir, pero se ven impedidos de acceder a una vivienda propia debido a la imposibilidad de ahorrar para el pie exigido por los bancos.
Clave es reevaluar las estrategias y políticas para facilitar el acceso a la vivienda propia. Las inmobiliarias tenemos un rol relevante, ya sea ofreciendo opciones de financiamiento más flexibles, desarrollando proyectos que consideren las realidades económicas de la clase media o colaborando con el sector público en iniciativas que reduzcan las barreras de entrada al mercado inmobiliario. Pero se requiere un esfuerzo coordinado entre autoridades, la banca y el sector privado.
Una posible solución podría ser la implementación de programas estatales para créditos hipotecarios destinados a la clase media, similares a los modelos utilizados en otros países, donde el Estado actúa como aval parcial del pie inicial, reduciendo el monto que las familias deben aportar de forma inmediata.
Asimismo, flexibilizar ciertos criterios bancarios podría contribuir a hacer más accesible el financiamiento hipotecario. Evaluar el comportamiento de pago en arriendos como un indicador de solvencia podría abrir oportunidades a quienes llevan años demostrando capacidad de pago sin retrasos, pero que no logran alcanzar el monto del pie exigido por el sistema actual.
Abordar este desafío no solo permitirá a más familias chilenas cumplir el anhelado sueño de la casa propia, sino que también contribuirá a la estabilidad y desarrollo social del país. La vivienda propia no solo es una inversión financiera, sino también un factor clave para el bienestar, la seguridad, la construcción de comunidades más cohesionadas, incluso la salud mental.