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14 noviembre, 2024 /

Arquitectura Adaptada al Cambio Climático: Un Imperativo para las Ciudades Costeras de Chile

Por: Francisco Bascuñán, director ejecutivo de Norte Verde.

Las ciudades costeras de Chile enfrentan uno de los mayores desafíos globales del siglo XXI: adaptarse al cambio climático. Según la ONU, se espera que para 2050 más del 68% de la población mundial resida en áreas urbanas, muchas de ellas en zonas costeras. Chile, con una costa que se extiende a lo largo de 6.435 kilómetros, alberga a un tercio de sus comunas en áreas costeras, lo que representa aproximadamente 5,5 millones de personas. Este contexto geográfico expone al país no solo a marejadas y tsunamis, sino también a inundaciones y erosión, planteando el desafío de revisar y redefinir el modelo de desarrollo urbano.

A nivel mundial, algunas ciudades han tomado medidas significativas para enfrentar estos riesgos climáticos. Nueva York, tras el huracán Sandy en 2012, implementó un sistema de barreras costeras llamado “The Big U”, una infraestructura diseñada para proteger su costa de inundaciones.

En los Países Bajos, un país históricamente expuesto al riesgo de inundación, el programa “Room for the River” ha sido pionero en integrar ingeniería y sostenibilidad, permitiendo que las zonas urbanas convivan con los ríos mediante espacios de desbordamiento controlados. Japón, por su parte, ha elevado sus edificios en áreas propensas a tsunamis y construyó un sistema de alerta temprana que hoy es modelo en todo el mundo. Estos proyectos internacionales son un ejemplo del tipo de soluciones que Chile podría adoptar para proteger a sus comunidades costeras.

En Chile, el diseño urbano de las zonas costeras debe priorizar la sostenibilidad y la resiliencia ante eventos climáticos. Esto implica no solo la construcción de barreras físicas, sino la restauración de ecosistemas naturales como humedales y dunas que sirven de amortiguadores naturales contra marejadas.

Además, es crucial incorporar códigos de construcción más estrictos que obliguen al uso de materiales sostenibles y a diseños que integren la captación y gestión del agua de lluvia, algo que beneficiaría tanto la sostenibilidad como la seguridad en áreas urbanas. La introducción de espacios verdes en zonas residenciales y comerciales no solo embellece el entorno, sino que también actúa como una barrera natural contra el cambio climático.

Un caso destacado en Chile es el Edificio Playa Serena, situado en primera línea de la Avenida del Mar, en la Región de Coquimbo. Este desarrollo redefine la arquitectura costera al incorporar tecnologías avanzadas que mitigan riesgos naturales. Con muros perpendiculares al mar, permite que las olas atraviesen el edificio de manera controlada reduciendo la fuerza de su impacto y protegiendo la estructura.

También integra una robusta viga antisunami bajo la losa de fundación, que previene la infiltración de agua y garantiza la estabilidad del edificio en situaciones de alta intensidad marítima. Un generador en la cubierta para garantizar su estabilidad y funcionamiento en situaciones extremas. Además, el edificio incluye plazas elevadas para resguardar a la comunidad y un sistema de evacuación vertical eficiente, combinando tecnología y seguridad estructural en beneficio de los residentes.

En resumen, la arquitectura adaptada al cambio climático no es una opción, sino un imperativo para las ciudades costeras de nuestro país. Involucra a arquitectos, ingenieros, autoridades y ciudadanos en un esfuerzo conjunto para asegurar que las ciudades no solo sobrevivan, sino que prosperen frente a los desafíos del clima. Siguiendo ejemplos internacionales y aprovechando su riqueza natural, Chile puede avanzar hacia un futuro más seguro y resiliente para sus comunidades costeras.

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