Además, apuntan hacia avanzar en una gestión hídrica que entregue certezas a las distintas funciones del agua en sus usos productivos, ambientales y para consumo humano.
Por: Tomás Rodríguez Botto
En el marco de redoblar los esfuerzos para crear y fortalecer espacios de diálogo que contribuyan a solucionar la crisis hídrica que afecta al país. En ese contexto, es que un grupo transversal de académicos de distintas universidades, elaboraron una declaración para delinear los contornos de la crisis hídrica que afecta a Chile.
Ante lo cual, establecieron el “Acuerdo para el Agua”, que señala los mínimos comunes que pueden derribar la inacción de las últimas décadas, a través de 6 puntos de consenso que permiten definir una hoja de ruta de largo plazo e incentivar a los tomadores de decisión a la ejecución de acciones concretas.
En ese sentido, Camila Boettiger, académica en Derecho Ambiental y Recursos Naturales de la Universidad del Desarrollo, señaló que en torno a la discusión de los problemas del agua en nuestro país, se deben “lograr acuerdos que permitan avanzar en resolver los desafíos que trae la gestión de las aguas frente al cambio hidrológico, la protección ambiental y el desarrollo productivo sustentable”.
Es por eso que urge tomar medidas concretas para combatir esta problemática, donde hace unos meses Investigadores del Centro en Ecología Aplicada y Sustentabilidad de la Universidad Católica, publicaron los impactos económicos de la mega sequía que afecta al país desde hace diez años. El documento señaló que entre las regiones de Coquimbo y Biobío, se estiman pérdidas por 1.200 millones de dólares, en usos agrícolas y de servicios de agua potable en sectores urbanos y rurales.
Entre los puntos del acuerdo que establecieron los académicos, destacan la necesidad de que la política nacional para la gestión del agua se sustente en una mirada compartida y de largo plazo que trascienda los ciclos políticos. Además, la urgencia de mejorar la institucionalidad para el agua, que permita una gobernanza coordinada y descentralizada para responder de manera oportuna y adaptativa a las necesidades del país.
Todo lo anterior, sumado a la validación de la cuenca como unidad de gestión, inversión y conservación de los ecosistemas y del agua en todas sus formas; la demanda de información, monitoreo y conocimiento para trabajar sobre información compartida para la toma de decisiones; y la importancia de asegurar la protección del ciclo hidrológico, a través de la innovación e incorporación de nuevas fuentes, tecnologías y prácticas de eficiencia para el uso del agua; entre otros aspectos.